Por Noé Mondragón Norato Foto: http://www.bibianabelsasso.com/
La solicitud de licencia por segunda ocasión, pero esta vez en forma definitiva, se puede leer de dos formas: como un acto de presión política que anticipa rupturas políticas al interior del Morena. Y como un acto desesperado del senador ex perredista y hoy por la oportunidad y la coyuntura, morenista Félix Salgado Macedonio. Basta con rastrear las huellas de esta polémica decisión.
¿CANDIDATO SEGURO? – Favorecido por las circunstancias, Félix dejó en el camino durante dos elecciones perredistas no solo a viejos luchadores guerrerenses, sino a otros con cierto peso político en las elecciones internas perredistas de 1993 y 1999. Ungido como candidato, perdió en las dos ocasiones. Hoy intenta reditar la misma fórmula: apelar a su posicionamiento en las encuestas para ganar a todos, la candidatura a gobernador por el Morena. Se lee así:
1.- Las encuestas se bañan de mentiras. Es decir, el resultado muestra a Félix como uno de los personajes más conocidos, pero no el que mejor se encuentra en el ánimo de los votantes. Ni el que mejor ha gobernado. Bajo ese engaño vendido con reiteración en las encuestas, el senador perredista apela a ganar la candidatura. El problema es que intenta obtener el voto en los núcleos sociales más empobrecidos de la entidad ―ahí donde PRI y PRD tienen sembrada también «su estructura» ― y olvida al abstencionista formado por la clase media pensante y apartidista que no observa con agrado su eventual arribo como candidato del Morena.
2.- Al solicitar licencia de manera definitiva, en realidad Félix le enseñó el músculo a AMLO. El mensaje parece obvio: o le otorga la candidatura a gobernador por el Morena. O provoca un cisma político emigrando hacia otro partido político que lo recibiría con agrado, más no le garantizaría el triunfo. Fuera de la alianza partidista entre Morena-PT-PVEM-PES, Félix no tendría a donde regresar. A menos que lo intentara bajo la eventual coalición PRI-PRD-PAN-MC, lo cual tendría a su vez, su lado negativo: echaría por la borda todo su perfil de «izquierda». Y desde luego, eso le restaría muchos votos. Pero la ambición por el poder es tan impredecible, que el senador morenista podría sucumbir a esos cantos de sirenas.
3.- Si AMLO y el Morena le ceden la candidatura a Salgado Macedonio por simple popularidad ―lo cual no es garantía de buen gobierno, y si no, ahí está el caso del futbolista Cuauhtémoc Blanco en el vecino estado de Morelos―, corren el riesgo de arrepentirse muy pronto. Porque como gobernante, Félix fracasó. Y repitió todos los vicios de la corrupción priista: acordó con las empresas constructoras fincar viviendas en zonas de humedales en Acapulco ―que luego se tradujeron en inundaciones y perdidas materiales millonarias―; dejó endeudada a la Capama ―la caja chica de los alcaldes en turno del puerto― con varios cientos de millones de pesos; creció la delincuencia organizada al grado de manifestar abiertamente que «tenía miedo»; y no empujó ningún proceso democrático interno en el PRD, ni operó siquiera para colarse a la pelea por el senado de la república en la elección federal de 2012, cuando AMLO lo necesitaba en la competencia para incrementar sus votos en Guerrero.
4.- Otro eventual problema que enfrenta es la reconciliación interna. En el Morena todos los que tienen cargo público se sienten generales ―desde el más atrasado analfabeta funcional e impostor diputado local, hasta senadores y funcionarios federales―, y ninguno asume como teniente. Menos como soldado raso. En su calidad de hipotético candidato a gobernador, Félix tendría que doblegar la cerviz y rendirse ante los demás que aspiran a la candidatura por ese partido. Tomar el bisturí y emprender la necesaria operación cicatriz ―de la que siempre ha renegado porque asume: «yo son agrónomo, no médico» ― como forma de sumarlos.
Pero Félix es orgulloso. Difícilmente se le verá pidiendo apoyos a Pablo Amílcar, Luis Walton o Adela Román. Tampoco a los externos Beatriz Mojica o Alberto López Rosas, con quienes mantiene marcados alejamientos. ¿Cómo ganaría entonces la elección? En realidad, Félix se la ha creído. Y sus corifeos han hecho que se la crea. Pero no tiene en realidad, los escenarios optimistas a su favor.
HOJEADAS DE PÁGINAS… Con el arribo de Jesús Zambrano como dirigente nacional del PRD, los escenarios cambiaron. Porque los chuchos de Nueva Izquierda, son más proclives a pactar acuerdos con las tribus ADN, ―tutora de la ADG aquí―, de la cual uno de sus propietarios es Carlos Reyes Torres. Trasciende que Carlos evaluó estar de vuelta en la competencia por la candidatura a gobernador en el PRD. Y por eso reactivó su movilidad, cuando ya lo habían ‘sentado’.
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