Por Noé Mondragón Norato
LOS DEMONIOS DE ANTONIO GASPAR Foto: https://www.facebook.com/taxcoalinstante
La apuesta del Partido del Trabajo (PT) en Guerrero, es evaluar qué tanto puede crecer como opción partidista en la próxima elección de gobernador del 6 de junio de 2021. Pero también, asumirse como instrumento de presión política hacia el Morena, sabedor de que las alianzas partidistas resultan claves para ganar elecciones. El punto es que recicla actores viciados que ya jugaron en la función pública y entregaron pésimos resultados. Venden fortaleza reclutando esos cartuchos percutidos. La radiografía es elocuente.
SUMAR RÉMORAS. -Para cualquier partido político, apelar al nombre de un aspirante «ya conocido», se vende como ventaja ante los que no son conocidos. Se pondera «la experiencia» para remarcarla como su única virtud. Aunque incluya también, negociaciones oscuras y corruptelas. Para erradicar esos negros antecedentes, utilizan y apelan a la desmemoria colectiva. El fin es engatusar a las mayorías. Se lee así.
1.- El edil de Chilpancingo, Antonio Gaspar Beltrán, arribó como autoridad en la elección de 2015, cobijado por el PRD. Y ahora increíblemente, mandó a su esposa Yazmín Arriaga Torres, a buscar la diputación local por el PT. Por la vía plurinominal o por la competencia abierta. Cree falsamente, que los ciudadanos de la capital lo respaldarán otorgándole un voto de confianza —que no se ganó porque se peleó con todos: opositores a su comuna, medios de comunicación, trabajadores de la CAPACH, cuerpo de bomberos y hasta con el dirigente del SUSPEG, David Martínez Mastache, quien ya demandó su renuncia a la comuna—, a través de su cónyuge.
Pero las dudas de esta emigración del PRD al PT, carcomen. Porque si el alcalde perredista no pudo empujarla como aspirante del PRD, eso significa que las tribus perredistas no aceptaron la propuesta.
El resumen es que Gaspar también se confrontó con los principales liderazgos perredistas. Incluso, con el propio gobernador Héctor Astudillo —su verdadero tutor político—. Y entonces espera llegar al epílogo de su mandato, para arribar él mismo, al PT.
En realidad, habría mandado a su esposa para despejarle un camino que eventualmente, también tomará. Y el PT comedido, abrió la negociación. Debido a que el alcalde capitalino nunca puso en marcha portales de transparencia, se entiende que desde este momento ya financia la precampaña de su pareja, con recursos de la comuna.
A ello se suman dos interrogantes perturbadoras: ¿por cuánto aceptó Victoriano Wences —coordinador estatal del PT―, a Yazmín Arriaga en las filas de ese partido? ¿Qué prerrogativas consiguió con Gaspar Beltrán, cuando este todavía despacha como alcalde? Ante las suspicacias y el prurito, el Congreso local de mayoría morenista, la fracción del PRI, así como la Auditoria Superior del Estado (ASE) y su titular, Alfonso Damián Peralta, hacen cómo que no ven.
2.- El PT no solo adquirió como mercancía política vendible a la esposa de Gaspar Beltrán, sino a la ex candidata a gobernadora y también a senadora por el PRD, Beatriz Mojica Morga y al eternamente repetidor en la rueda del poder, el también ex perredista Sebastián de la Rosa Peláez. La estrategia petista es obvia: ofertar y encarecer la negociación con los del Morena, apelando a la experiencia de esos cuadros políticos «maleados», pero camuflados con el roído ropaje de los resultados ficticios en la función pública y como representantes populares. Les ha dado resultados durante mucho tiempo. Décadas enteras. ¿Por qué en la actual coyuntura no? A falta de estructura real del voto guerrerense, el Morena sabe que los apoyos de los partidos bonsái como el PT, podrían dotarlos de la fuerza que necesitan para ganar la elección de gobernador.
No es casual entonces, la adquisición de «notables» personajes de la política corrupta del pasado, para hacerlos ‘rentables’ por enésima ocasión. ¿Es que acaso la Cuarta Transformación se nutrirá de esos abyectos personajes? ¿Ya no hay más? El combate a la corrupción es mera simulación discursiva.
HOJEADAS DE PÁGINAS…En la encuesta del INE que definió ayer a los cinco precandidatos para disputar la dirigencia nacional del Morena, ocurrieron dos sorpresas: no apareció el nombre de Gibrán Ramírez Reyes —uno de los contendientes— y se dejó fuera también para la secretaría general, a Antonio Attolini. La otra sorpresa: Porfirio Muñoz Ledo apareció en el primer lugar de las preferencias. Y en segundo, el aspirante «oficial», Mario Delgado Carrillo. Qué tal.
EL VERDUGO POLÍTICO DE LOS SANDOVAL Foto: https://www.lajornadaguerrero.com.mx/
Arrogante, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, decidió renunciar a su gris desempeño como delegado federal en Guerrero. Va montado, optimista, en la percepción de que puede convertirse en candidato del Morena a gobernador para la elección del 2021. Aspira a salir del quinto lugar al que lo arrumbó la elección de gobernador en 2015. Evalúa, —vendiendo la divisa telefónica para una encuesta a modo del periódico El Heraldo de México, que es «cercano al presidente»—, que la vieja cultura del pasado de las protecciones y las complicidades políticas, son suficientes para ganar a todos los aspirantes de ese partido. Incluido al inefable, cómico y desconcertante senador con licencia, Félix Salgado Macedonio. Pero hay puntos que no se pueden obviar.
TERCER FRACASO GENERACIONAL. – Hay dos momentos en la historia política de la familia Sandoval, que no pueden soslayarse en la actual coyuntura:
1.- En la elección de gobernador de 1987, el extinto Pablo Sandoval Cruz ―abuelo de Pablo Amílcar—, enfrentó en las urnas postulado por una coalición de partidos políticos de izquierda, al también finado, José Francisco Ruiz Massieu. No pudo ganar dado que no existía una oposición fuerte. Y no contaba con trabajo político de base. Luego, en la elección interna perredista de 1998, Pablo Sandoval Ramírez ―padre del ex delegado federal—, participó como precandidato a gobernador por el PRD. Se impuso Félix Salgado. Porque Sandoval Ramírez tampoco contaba con trabajo político de base.
La idea era simple: ganar la elección con discursos rupturistas contra el sistema priista, que movían conciencias efímeramente, pero que terminaban regresando su voto al PRI. A Sandoval Ramírez era común verlo echando café en los Vips de Acapulco, desde donde hizo campaña electoral postulado como candidato a diputado federal por el distrito nueve por el PRD, en la elección de julio de 1997. Ganó sin problemas debido no a su carisma y trabajo como político opositor, sino como consecuencia del hartazgo ciudadano priista. Y del agravio social derivado de la masacre de Aguas Blancas en 1995.
El punto que refrendó su incapacidad para operar ya investido como diputado federal, lo marcó un hecho insoslayable: si bien es cierto que arribó como el primer guerrerense en presidir la Cámara de diputados ―algo que a Pablo Amílcar le encanta presumir—, también es real que duró en ese encargo tan solo cuatro meses y quince días: del 15 de abril de 1998 al 30 de agosto de ese mismo año.
Ante su notable ausencia de cabildeo y negociación con las demás fracciones parlamentarias, el PRI y el ex presidente Ernesto Zedillo maniobraron para desplazarlo e imponer en su lugar a Arturo Núñez Jiménez, a la postre, gobernador de Tabasco.
Sandoval Ramírez escondió esa humillación política a través de una maniobra: pretextar justamente, ir a la búsqueda de la candidatura a gobernador por Guerrero en la elección interna perredista de 1998.
2.- En clara réplica a la estrategia política errónea aplicada por su abuelo y por su padre, Pablo Amílcar aspira a ganar la postulación como candidato a gobernador por el Morena, sin tener un verdadero trabajo político de base. Al igual que ellos, planea capitalizar la irritación ciudadana hacia el PRI. Renunciar a la negociación con otras importantes fuerzas políticas y actores prioritarios ―como si el triunfo electoral fuera de mero trámite—, y creer falsamente, que con un discurso contestatario y «de izquierda», bastará para ganar la elección.
Quiere ajustarle cuentas políticas al autonombrado ‘Toro sin Cerca’, quien derrotó a su progenitor en la elección interna perredista de 1998. Pero las municiones que carga en el morral, no le alcanzan para lograr esa proeza. En realidad, y excluido hipotéticamente de la candidatura a gobernador por el Morena, Félix estaría llamado a convertirse en el verdugo político de la familia Sandoval por segunda ocasión. Porque, postulado por otro partido político para ese mismo cargo, la derrota electoral de Pablo Amílcar, sería de mero trámite. Así como este último cree estultamente, que puede ganar.
HOJEADAS DE PÁGINAS…De los dos precandidatos del PRI a gobernador —Héctor Apreza va «de relleno», y declinará en el último momento por el actual senador tricolor— la duda es reiterada: de entre Manuel Añorve Baños y el secretario de Desarrollo Social, Mario Moreno Arcos, ¿quién es el menos malo? Y la respuesta en corrillos políticos tricolores es contundente: Mario. Pero Añorve está empecinado como siempre y aun sobre la base de escenarios electorales de desastre, en ser ungido como candidato. Porque el poder es adictivo. Y el dinero también.
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