Por Noé Mondragón Norato Foto: https://www.facebook.com/ManuelAnorveBanos/
La Convención de Delegados en el PRI, es el método más arcaico, simple y antidemocrático para imponer al candidato a gobernador. La fórmula consiste en ‘maicear’ adecuadamente a cada delegado para obtener su voto. Y el pase a la candidatura. La estrategia pudo ser empujada deliberadamente por el senador tricolor Manuel Añorve Baños, quien al igual que el aspirante morenista Félix Salgado Macedonio, aparece en las encuestas como «el más conocido», pero también, el que más negativos arrastra. La disputa en el PRI adquirirá matices inéditos. Hay que pulsar algunos.
¿FIN A LA DUPLA AÑORVE-ASTUDILLO? En la próxima elección de gobernador de 2021, la dupla política integrada por el gobernador Héctor Astudillo y el senador Manuel Añorve, se juegan toda su alianza construida desde 2009. Las variables están a la vista:
1.- La eventual imposición de Manuel Añorve como candidato a gobernador, provocará fisuras y divisiones insalvables en ese partido. De entrada, el secretario de Desarrollo Social, Mario Moreno Arcos, podría renunciar al PRI y buscar cobijo por otro partido político, sin descartar al Morena. Mario es hasta hoy, el único priista que ha participado en cinco elecciones abiertas consecutivas sin perder ninguna en las urnas. Pero Añorve busca la candidatura a gobernador no para ganar la elección constitucional, sino para capitalizarse y regresar con muchos millones al senado de la república. Es decir, convertido en candidato buscará financiamientos millonarios tanto del PRI como de empresarios afines a dicho partido. Una bolsa que al final, administrará a su antojo y conveniencia. Desde esa perspectiva, pierde ganando.
2.- Al perder el PRI la elección de gobernador de 2021 con Añorve Baños como hipotético candidato, es claro que perderá también el actual gobernador, quien mostrará señales claras de debilitamiento político. Incluso, ambos cederían el control político de ese partido. Entonces, el grupo del ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, unido al del también ex mandatario y diputado federal, René Juárez Cisneros, se los arrebatarían. Porque los vacíos en política, se llenan de inmediato. Ni Añorve ni Astudillo podrían seguir reclamando su dirección, ni palomeando candidaturas en función de que serán perdedores. Su apuesta de poder habría fracasado. En dicho escenario se anticipa incluso, el regreso al PRI de Rubén Figueroa Smutny, hijo del ex mandatario estatal. Porque no hay grupos más fuertes al interior de los tricolores que los formados por ambos ex gobernadores. Y Figueroa tiene incrustado en el PRI estatal, a uno de sus más notables cuadros políticos: Esteban Abarrán Mendoza. Representa su avanzada para los escenarios posteriores al 2021. Aró, sembró y fertilizó el terreno con anticipación.
3.- La elección de 2021 mostrará, además, la configuración de los escenarios electorales de desastre para los tricolores, fincados en la perseverancia de su inalterable cultura de las imposiciones de cuadros desgastados y con imágenes políticas muy deterioradas, que no van a generar en consecuencia, ni empatía con los votantes ni resultados electorales satisfactorios. Con un agravante adicional: el gobernador Astudillo estará limitado para meterle mano indiscriminada al presupuesto, en función de que AMLO, la Secretaría de la Función Pública y la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP, lo tienen estrictamente vigilado en la aplicación de su gasto. En este punto, las campañas electorales de los priistas se ajustarán a las prerrogativas electorales aprobadas por el INE a los partidos políticos, de acuerdo con los últimos resultados obtenidos por ese partido en la elección de 2018. Los cuales no son atractivos para los contendientes. Muchos de ellos tendrán que verse obligados a la aplicación de sus ahorros individuales. Y el presidente no solo quiere ganar el gobierno estatal, sino repetir «el carro completo» en diputaciones federales. Para seguir manteniendo el control político del Congreso de la Unión.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Al secretario de Finanzas, Tulio Pérez Calvo, no le salen las cuentas. Pero la presión política lo obligó de nuevo, no solo a pagar la segunda quincena de septiembre a los trabajadores de la educación que están fuera del Fone, sino también a los administrativos que reciben por derecho legal, una compensación mensual. En el fin de año y en el epílogo del sexenio, Tulio no encuentra los caminos para disponer como en el pasado, del presupuesto público a su libre albedrío.
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