Fue en noviembre de 2015. La efusiva bienvenida en lujoso hotel porteño, fue hecha por el delegado especial con funciones de dirigente estatal del PRI, José Parcero López. Le deseó éxito en su encomienda. Presente y muy sonriente, estaba el presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Robespierre Robles Hurtado, quien tomó protesta a Iván David Alonso Bustamante, como el nuevo coordinador de Vinculación Empresarial de la Fundación Colosio del PRI en Guerrero. Pero el optimismo se convirtió en sorpresa. La sorpresa en susto. El susto, en apresurado deslinde. El punto es que el empresario Joaquín Alonso Piedra y su hijo, Iván David Alonso Bustamante, fueron detenidos el pasado 28 de julio de 2016 y señalados por el gobierno federal, como parte activa de la red de lavado de dinero del Cártel de los Beltrán Leyva en Acapulco. Y de ahí se desprende lo demás.
PRI: ¿INOCULADO POR EL CRIMEN?- Trasciende que este viernes estará en el puerto de Acapulco, el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza. Se entiende que cabildeará algunos acuerdos políticos rumbo a la definición del dirigente estatal del PRI. Pero le esperan malas noticias. Y se lee así:
1.- De entrada, José Parcero López, carece de argumentos convincentes y creíbles en torno a que el PRI es un partido libre de la inoculación del crimen organizado. Y como representante del grupo político de Manlio Fabio Beltrones y Manuel Añorve Baños, carecerá de legitimidad moral para proponer el nombre de su relevo. Porque no pudo detener la llegada a la fundación Colosio del PRI, de Alonso Bustamante. Y luego justificó con argumentos endebles y engañosos, que le metieran gol: “pondremos filtros para evitar que gente que no tenga buenos antecedentes, se incorpore al priísmo. El partido se deslinda de la vida privada de cada quien; él no es militante”, dijo de Alonso Bustamante.
2.- De Joaquín Alonso Piedra, es conocida su historia turbulenta. Y sus migas con políticos del PRI en el puerto. Como Manuel Añorve Baños, el ex edil de Acapulco. El 29 de julio de 2010, Alonso Piedra fue levantado en el fraccionamiento El Roble de Acapulco, por un grupo de hombres armados. En el ataque murió el policía ministerial Jesús Gil Navarrete, quien le servía como guardaespaldas. Fue liberado tres días después, “sano y salvo”. No levantó denuncia contra sus captores ni reveló el presumible monto que había pagado por su rescate. Un año después, el 31 de julio de 2011, un grupo de pistoleros ejecutó en la colonia Progreso, a su hermana, Alicia Alonso Piedra y a quien las autoridades identificaron como su pareja sentimental, Damaris Guadalupe Mondragón Reyes. Finalmente, el 11 de septiembre de 2015, un grupo de hombres armados atacó a balazos el negocio de Alonso Piedra “Torno, Cepillo y Soldadura”, ubicado en la avenida Cuauhtémoc.
3.- A la detención de Joaquín Alonso Piedra, el pasado 28 de julio, siguió en Hermosillo, Sonora, la de Clara Elena Laborín Archuleta, La Señora, esposa de Héctor Beltrán Leyva. La captura se realizó apenas el pasado 12 de septiembre. Se detuvo también a Alan Contreras Páez, El Cha, señalado por el gobierno federal como operador financiero de ese Cártel y principal enlace con Joaquín Alonso Piedra, en Acapulco. Se entiende que de ambas detenciones podrían surgir verdades amargas para el PRI porteño. Y que incluso, podrían afectar sensible y definitivamente, ciertas carreras políticas. El punto central apunta hacia un solo lado: ¿Tendrá conocimiento el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, sobre estas irregularidades? ¿O como Parcero López, le meterán gol y se deslindará de ellas cuando hayan tronado con fuerza en los medios de comunicación? El PRI no atraviesa a nivel local y nacional, por su mejor momento. Ochoa Reza lo sabe. Por eso, está obligado a poner los filtros que Parcero no pudo. Ahí radica su principal reto político en Guerrero.
HOJEADAS DE PÁGINAS…A cinco días de que se cumplan dos años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, los estudiantes le pegaron fuerte a la administración municipal de Iguala, del priísta Esteban Albarrán Mendoza. Hicieron desmanes en oficinas públicas. Pintarrajearon paredes. Se adueñaron de la ciudad. Y como no puede con el conflicto, Esteban optó por hacer lo único que le sale bien: esconderse. Patético y risible.
(Foto de archivo: guerrero.quadratin.com.mx)
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