Mientras en el estado de Veracruz, la polémica crece ante una cada vez más certera huida del gobernador priísta Javier Duarte de Ochoa, ante su eventual detención y consignación penal por desvíos de recursos federales que alcanzarían más de 50 mil millones de pesos, en Guerrero el gobernador tricolor, Héctor Astudillo Flores, proyecta una evidente opacidad en el manejo de sus finanzas públicas. Pero curiosamente, hasta hoy ningún ex gobernante guerrerense se ha visto envuelto en un escándalo por desvíos millonarios de los presupuestos, parecido al caso Javier Duarte. Ni padecido prisión corporal. Y eso revela cuando menos dos cosas: o la Auditoría Superior de la Federación (ASF) minimiza los peculados de los gobernantes guerrerenses y llegan a un arreglo partidista soterrado. O en su defecto, existen acuerdos políticos inconfesables que se encargarían de reafirmar que en Guerrero, no hay corrupción en la función pública. Lo cual se convierte en una broma de muy mal gusto. Hay que ir por partes para entenderlo mejor.
OPACIDAD GUBERNAMENTAL.- La actual administración estatal presidida por el priísta Héctor Astudillo, se ha conducido con visible opacidad financiera en cuando menos dos pistas:
1.- Los dos bloques antagónicos del magisterio disidente agrupado en la Ceteg, liderados por Ramos Reyes Guerrero y Antonia Morales Vélez, llegaron a una acuerdo con el gobernador Héctor Astudillo. Desde luego, no fue gratuito. En corrillos políticos trascendió que Ramos Reyes habría cedido a levantar su plantón en la avenida Ruffo Figueroa, tras casi dos años de mantenerlo, por cantidades que irían desde los 20, hasta los 50 millones de pesos. Pudo ser menos. Lo mismo ocurrió con el plantón en el zócalo capitalino que fue levantado ayer martes por las huestes de Antonia Morales. Pero como desde el gobierno estatal no se revelan ese tipo de “negociaciones financieras”, el gobernador Astudillo le abre paso irremediable a la especulación. Desde luego, con beneficios para su apretado círculo de poder. Porque ellos pondrán la cifra que quieran. Y facturarla como parte del gasto corriente. De esta forma, nadie sospecha de los desvíos de recursos. Beneficios para la disidencia magisterial y para el propio gobierno estatal. Y ambos, felices y contentos.
2.- La Auditoría General del Estado (AGE), presidida por Alfonso Damián Peralta, no tiene presión de nadie. Y así, el ex edil de Iguala y actual senador de la república, Esteban Albarrán Mendoza, huyó de su responsabilidad y nadie supo en qué estado financiero dejó a dicha alcaldía. Ni siquiera el actual edil suplente, Herón Delgado Castañeda, se atreve a decir cómo la encontró. Y eso se llama complicidad. En Chilpancingo, la nómina del ayuntamiento está saturada de familiares del alcalde Marco Antonio Leyva –su esposa Martha García Morales, cobra como presidenta del DIF municipal y también como delegada administrativa de la Sagarpa-, y de su próximo secretario de Finanzas, Héctor Avilés. Nadie explica las razones por las que la alcaldía capitalina no tiene dinero para construir un relleno sanitario que acabe con el problema de la basura, pero el alcalde mantiene comodinamente, una nómina inflada. Hay una visible y oculta corrupción y desvíos de recursos en los dineros de la comuna, en los que nadie quiere escarbar. Sospechosamente, la AGE no sanciona a ningún alcalde. Y el gobernador deja simplemente, que las cosas corran. El punto es que durante el mensaje que dará con motivo de su Primer Informe de Gobierno el próximo 26 de octubre, no podrá presumir de transparencia en su administración, sino de opacidad. Porque se resiste por todos los medios, a eliminar las conductas nocivas de la sustracción ilegal pero tolerada, de los recursos públicos. Y así, las pisadas de Javier Duarte, se oyen muy fuertes en Guerrero.
HOJEADAS DE PÁGINAS...El gobernador Héctor Astudillo, no descalificó la reaparición del ex gobernador perredista Ángel Aguirre Rivero. Pero apenas se dio la vuelta, su secretario de Finanzas, Héctor Apreza Patrón, reveló que los desvíos financieros de Aguirre alcanzan los 5 mil millones de pesos, tan solo en 2013. Un rudo golpe político con guante de seda. ¿Acaso espera Astudillo, que el efecto Javier Duarte, alcance de cuerpo completo al ex mandatario estatal del PRD? ¿Se atreverá Peña Nieto a seguirle el juego al mandatario estatal tricolor? ¿O es parte de la estrategia política priísta para inhibir su participación en la elección de julio de 2018?
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