Hace trescientos sesenta y cinco días atrás, se vivía una campaña electoral en Guerrero con mucho entusiasmo, con mucha esperanza, con mucha iniciativa, solidaridad, convivencia y con plena voluntad de contribuir al proyecto de candidatos a Gobernador, la algarabía era constante.
Las adhesiones y pronunciamientos de distintas organizaciones sociales eran casi a diario, he incluso de esas que surgen repentinamente meses previos a los procesos electorales y que actualmente se desaparecieron, eso es lo que realmente se ha estado prostituyendo en el quehacer político. Es evidente que también las Asociaciones deben apelar por dignificar su actividad, es indiscutible que al formalizar la organización, envías el mensaje de que tu trabajo va en serio, y de que estás dispuesto a cumplir con ciertos requisitos para que tus actividades puedan ser financiadas y evaluadas, en caso de ser necesario. Con esa credibilidad, es necesario que estas contribuyan al tejido social.
El tejido social surge cuando el conjunto de redes personales, estructurales, formales y funcionales de iniciativas o asociaciones se constituye en un activo para los individuos y la sociedad, ya que les permite ampliar sus opciones y oportunidades para mejorar su calidad de vida. Definido así por el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), el tejido social constituye el telar de valores y cultura de una sociedad donde el individuo participa para evitar su aislamiento y potenciar sus principales relaciones sociales, así como los valores de confianza y la solidaridad. El tejido social se debilita cuando las normas de convivencia ciudadana no son respetadas o impunemente violadas, o cuando las leyes son fácilmente incumplidas. Por ello, se puede entender también por tejido social desde las relaciones de cooperación de un barrio hasta el contrato social que permite a un país seguir siéndolo.
La confianza es el lubricante de la vida social. Y a eso se le llama capital social. En este sentido, el enfoque de capital social prueba que comunidades con lazos de reciprocidad y confianza, que se materializan en beneficios sociales, consiguen desarrollar más sus capacidades que las que no lo tienen. Diversos organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional hablan de promover la formación de capital social, a pesar de no tener tan claro si una intervención externa puede o no favorecer su formación. Hablar sobre la posibilidad práctica de construir capital social en grupos que carecen de él, concluye que “la construcción de capital social puede llevar a mayores tasas de éxito en los programas de superación de la pobreza que incorporan elementos de autogestión y de fiscalización de servicios por parte de la sociedad civil”.
En la actualidad es necesario reactivar esas adhesiones para que de manera conjunta y solidaria puedan contribuir en las acciones que permitan la hermandad social que tanto necesita Guerrero, no se pueden soslayar a esos grupos organizados y adecuar procedimientos que permita la transparencia de recursos asignados a estas, para que apruebe el beneficio directo a la población. Es necesario una hermandad entre la población en general, pero las organizaciones civiles, son grupos ya organizados, mismos que tienen su misión y visión; desempeñar un quehacer ordenado al bien común.
Los ciudadanos organizados deben ser un gran motor de cambio, fundamentales para para consolidar democracia y diseñadores de políticas públicas con una amplia y constante interacción con los tres órdenes de gobierno, permitiendo así la transformación necesaria para mejorar esta entidad suriana.
Se extraña ese sentir, ese regocijo, ese frenesí, esa festividad, ilusión y participación constante de las organizaciones civiles, sin lucro o ventaja, solo ocupados por cerrar filar por el bien de Guerrero. Esa es tarea de todos.
Es necesaria esa operación política de adhesiones con los grupos organizados, generar el asociacionismo (Tendencia a formar asociaciones para defender intereses comunes) implementando mecanismos que permitan su desarrollo, un marco institucional que, además de proteger y apoyar a las asociaciones que lo componen, fomente la afiliación a ellas y la creación de nuevas tareas que permitan el desarrollo responsable. El grado de filiación a las asociaciones indica el bienestar y calidad de vida de una sociedad dinámica, participativa y democrática, un vínculo entre la ciudadanía y el sistema político único.
El papel del Estado es, por tanto, crucial en las condiciones que favorecen la participación de la ciudadanía, dando prioridad al desarrollo de relaciones de confianza solucionando problemas de información, de supervisión o de ejecución de acuerdos para el bien común.
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