LECTURA POLÍTICA
Lo que realmente ocurrió en la elección interna perredista del pasado domingo fue más que evidente: el choque anticipado entre fuerzas políticas que se disputarán desde la presidencia de la república, hasta las posiciones federales en diputaciones y senadurías para la elección del 2012. Y las locales medidas con el agandalle de las 81 presidencias municipales y los 28 distritos de los que surgirán los nuevos legisladores del Congreso local. Por esa razón, las tribus que apostaron por reventar la elección llevaban en realidad, esa consigna: causar destrozos, quemar y robar urnas, rasurar padrones.
Y todo con un solo fin: ofertar la imagen de un PRD incivilizado, antidemocrático, sucio y portador de las taras congénitas de la cultura política priísta. El fondo era demostrar su capacidad de movilización y fuerza. En pocas palabras: enseñaron el músculo.
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