LECTURA POLÍTICA
Retener las alcaldías de Chilpancingo y Acapulco –los centros político y financiero de la entidad- no será una tarea fácil para el PRI. Los reacomodos de los grupos, la difícil coyuntura política, así como la actuación de los ediles en ambos municipios, serán tres factores determinantes para que el escenario optimista en materia electoral se desvanezca progresivamente. Con el agravante de que la militancia tricolor nada podrá hacer, pues tanto Héctor Astudillo como Manuel Añorve, ya estarán ubicados en su siguiente cargo de representación popular. No existiría forma de llamarlos a cuentas. Quizá por esa razón comiencen a cambiar algunas señales.
LOS COBIJOS QUE REGRESAN.- Desde la óptica de las venganzas políticas, el espectáculo del dirigente estatal del PRI, Efrén Leyva Acevedo, no llega su fin. No se explica de otra forma el ánimo revanchista condensado en la exclusión de la lista de aspirantes al senado de la república, del diputado federal Mario Moreno Arcos. Porque al final de cuentas, este último ha sido un activista del proyecto peñanietista. En realidad, Leyva Acevedo está convirtiendo en víctima a Moreno Arcos. Porque será el CEN del PRI quien determine qué aspirantes entrarán a las encuestas.
Y el punto no puede soslayarse: el diputado federal tiene una amplia reserva de votos en la zona centro, fundamentales para que el PRI retenga la alcaldía capitalina. Y existen otras lecturas asociadas al linchamiento tricolor contra algunos de sus cuadros que transigen con el actual gobernador:
1.- Si se mira bien, el mexiquense y presidenciable Enrique Peña Nieto, apoyó siempre las aspiraciones de Ángel Aguirre para el proyecto por el gobierno estatal. Pero al imponerse en la negociación el grupo de Manlio Fabio Beltrones y Beatriz Paredes, así como los ex gobernadores Rubén Figueroa y René Juárez, quien recibió el revés político fue el grupo de Peña Nieto. Porque perdió en la negociación. Y le restó a su proyecto presidencial, el gobierno guerrerense.
2.- Si el político mexiquense ya está perfilado para la candidatura por la presidencia y lleva endosado el respaldo de las encuestas, no sería congruente que cediera otra vez en la negociación, las posiciones más importantes en los cargos de elección popular –sobre todo las senadurías y diputaciones federales-, a los mismos actores que le cerraron el paso a Ángel Aguirre en la selección priísta del candidato a gobernador.
3.- De lo anterior se desprende lo demás: la fuerte movilidad emprendida por Moreno en varios municipios de la entidad y hasta el intento de reconciliación política del diputado local, Jorge Salgado Parra –fuerte aspirante a la alcaldía de Chilpancingo-, con el dirigente estatal del PRI, Efrén Leyva. Las señales son obvias: los principales operadores políticos de Peña Nieto, van a meter mano en la definición de las más importantes candidaturas. Y en ellas se incluyen no solo senadurías y diputaciones federales, sino también las principales alcaldías de la entidad: Acapulco y Chilpancingo.
4.- Es en éstas últimas comunas donde la situación se complica. Porque Héctor Astudillo podría perder la capital si, aunado a su deficiente desempeño como edil y a su evidente distanciamiento de Mario Moreno, logra meter zancadillas políticas para que emigren al PRD, el diputado Jorge Salgado Parra. O también el subsecretario de Finanzas de la SEG y hermano de Mario, Ricardo Moreno Arcos. La derrota electoral sería de mero trámite.
5.- En Acapulco la situación es parecida. Manuel Añorve deflagró muy rápidamente. Y si el propio Rubén Figueroa Smutny, lo señala de haberse quedado con más de 100 millones de pesos de la campaña priísta por la gubernatura, aunado a su marcada incapacidad para combatir la inseguridad y dotar de los servicios básicos a la población acapulqueña, está cediendo en charola de plata la alcaldía en la próxima elección concurrente de 2012. No hay forma razonable de que el candidato del PRI –sea quien sea-, logre revertir este tipo de desgastes.
6.- En esa lógica y casi contra su voluntad, los grupos priístas se verán obligados –por la circunstancia que catapulta protagónicamente a Peña Nieto, como el más fuerte aspirante presidencial del PRI-, a regresar la cobija a varios notables miembros tricolores que, sin irse del PRI, apoyaron el proyecto de poder del actual mandatario estatal. De no hacerlo, los indicios de la debacle tricolor en la próxima elección se profundizarán, en virtud de que ese partido aparece cada vez más fragmentado por sus interminables pugnas internas. Pero sería ese el costo político a pagar por el empecinamiento y la cerrazón.
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