“¿De dónde vinimos, hacia dónde vamos? Nadie me ha contestado, la nada es mi respuesta, ahí vamos y ahí vinimos”.
Son tres, sólo tres hominoideos. Te observan en un lente filosófico. El prisma es amplio, casi como la imaginación. Ahí estaban levitando, uno era diferente a los otros, su silueta brillaba más y era un pelaje blanquecino resplandeciente. Sentado con dos monos, uno con sus manos se tapaba las orejas y el otro sus ojos, eran inmensos arriba del cielo.
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