La primera es que escuche a los jóvenes, que se están organizando en las principales ciudades del país.
Es necesario dar respuestas al movimiento juvenil #YoSoy132. Los jóvenes mexicanos están sorprendiendo a todo mundo con ese súbito despertar a la vida pública, por la vertiginosa velocidad con que se han organizado, por la madurez y la inteligencia de sus posturas (si bien en algunos aspectos derrapan), y porque, según todo parece indicar, serán el fiel de la balanza en la elección de presidente de la República.
También, todo parece indicar que esta vez sí votarán, que ya no se quedarán en la actitud vociferosa y contestataria que ha sido típica de la juventud, sino que darán el siguiente paso: primero, serán observadores electorales acuciosos y, segundo, depositarán su voto en las urnas.
Y, otra vez, todo parece indicar que votarán por Andrés Manuel López Obrador, no sólo porque en su actuar y en su hablar se trasluce su vocación por la izquierda; también porque la más reciente encuesta publicada por el diario Reforma este miércoles –que cayó como bomba en los cuarteles generales del priista Enrique Peña Nieto y de la panista Josefina Vázquez Mota– indica que el candidato del tricolor se desbarrancó precipitadamente a 38 por ciento de la intención de voto, mientras el perredista se le acercó peligrosamente al ubicarse en 34 por ciento, y la del blanquiazul cayó hasta 23 por ciento.
Y todo ello por un incidente que aparentemente no tendría consecuencias mayores: Peña Nieto decidió visitar la Universidad Iberoamericana sin imaginar ni remotamente que lo esperaba la abucheada de su vida, y que la reacción autoritaria de su partido prendería la mecha de una detonación que sacudiría y fracturaría sus pretensiones políticas hasta sus cimientos.
Cuán cierto es que la vida te da sorpresas. ¿Quién, al principio de las campañas, se iba a imaginar que el escenario daría una voltereta: que el puntero perdería lo inalcanzable en sólo dos semanas y el que estaba al final de la fila se le emparejaría o casi?
Ahora queda claro que Andrés Manuel debe hacer compromisos con los jóvenes, en la perspectiva de que seguramente a él le tocará dirigir los destinos de este país. Pero no sólo él, sino todos los candidatos de la izquierda en todo el territorio nacional.
Y Luis Walton en Acapulco debe hacer lo propio. La juventud despertó; hay que darle su lugar en la mesa.
Por lo demás, yo quiero pedirle a mis pacientes lectores que le den una oportunidad. Y son varias las razones que me mueven a ello: en primer lugar, porque la izquierda históricamente ha demostrado ser la opción más comprometida con los menos favorecidos por el sistema, la opción más inteligente, la de mente más abierta y la más culta, en general.
Ya sé que mis críticos pueden darme una larga lista de ejemplos con los que pretenderían demostrar lo contrario. Pero a esa lista yo podría anteponer otra que demostraría que las otras opciones no son mejores. Nada es perfecto, pero en la balanza la izquierda resulta más amigable con el medio ambiente, con las libertades civiles y con las mejores causas de la humanidad.
Además, al dar la oportunidad a Luis Walton se allana el camino y se le acercan votos a Andrés Manuel López Obrador, la propuesta de la izquierda para dirigir el país.
Otra razón es que Walton ya declaró que será el presidente del turismo, que es lo que Acapulco necesita con urgencia en estos momentos. Y será el primer alcalde que sepa de eso, dada su condición de empresario del ramo. Eso será estupendo, pues la mayoría de los que se han sentado en la silla presidencial de la comuna son políticos de carrera, para quienes la alcaldía es un punto de apoyo que les permite impulsarse hacia otros puestos.
No que esté mal avanzar en la administración pública y en la política, lo que es inaceptable es que ése sea su objetivo principal al buscar la alcaldía.
Ahora bien, mi segunda recomendación humildemente al candidato es que, en cuanto pueda, se sacuda la nefasta influencia que pretendan ejercer sobre él los oportunistas que siempre merodean en torno al poder como las moscas lo hacen alrededor de la miel. Esos que batean con la izquierda, pero cobran con la derecha.
Uno de ellos, por cierto, es el secretario general del PRD en el estado, Evodio Velázquez Aguirre, quien logró colar a su chacha y a su concuña en las posiciones séptima y octava de la planilla que los partidos de izquierda registraron en el Instituto Electoral del Estado de Guerrero y que, a menos que ocurra una especie de milagro, ejercerán el gobierno junto con Luis Walton y los demás ediles.
El hoy abanderado no deberá olvidar que será por medio de ellas que Velázquez Aguirre pretenderá llevar a los hechos sus planes e influir en las decisiones que tome el gobierno municipal.
No debe olvidar tampoco cuánto lo denostó, lo agravió y lo vilipendió Velázquez Aguirre cuando estaba seguro de que la fuerza de su corriente en el PRD le bastaría para alzarse con la candidatura de la izquierda y luego con la alcaldía más adinerada del estado. Pero en las encuestas ni pintaba.
Y Luis Walton, veterano de muchas escaramuzas políticas, fogueado en tres campañas previas y seguro de su popularidad, esperó con paciencia a que el sueño de Evodio se desmoronara. Dejó que lo vituperara, como que sabía que el que ríe al último, ríe mejor.
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