La reforma energética va a sentirse en el bolsillo de los mexicanos al bajar el precio de las gasolinas, el gas y la energía eléctrica, se nos dijo en 2013 por parte del gobierno federal. Eso fue una verdad a medias.
El incremento en los precios de la gasolina revela que el gobierno acude a ellos como una medida para allegarse de recursos extra, sin pasar por el Congreso y en el fondo anticipan una severa crisis en las finanzas públicas y en la recaudación.
Para este año la administración federal tuvo dos retos: uno, empezar a llevar los precios de estos combustibles hacia los niveles de libre mercado en el 2018. Y dos, sacar dinero de debajo de las piedras para corregir los excesos cometidos con el gasto público durante los últimos años. El mercado lanza a México advertencias continuas por sus desequilibrios presupuestales.
En México las gasolinas pagan IVA, y además un impuesto especial que es la mitad del precio al público.
Para este año la fórmula cambió. El Congreso aprobó una banda de flotación que impide subir más de 3 por ciento el precio. Esto implica que con el aumento de agosto, se habría alcanzado el nivel máximo de precio.
Actualmente el precio que se paga por la gasolina está integrado por tres componentes: el precio de ingreso a Pemex, del cual parte todo el cálculo y se mueve con base en los precios internacionales; el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS); y otros costos, como impuestos para entidades federativas, mermas, fletes y el margen comercial.
El precio que enfrentan los consumidores está determinado externamente por la SHCP, y la variable que se ajusta a los cambios en los precios internacionales es el IEPS.
De ésta forma en la medida en la que los precios internacionales caen, el IEPS se incrementa y viceversa, de tal manera que el precio final queda invariante. El monto de los otros costos ha mostrado una ligera tendencia al alza en los últimos años.
Con esta medida el gobierno federal asegura que la recaudación por IEPS siempre será positiva, evitando así otorgar nuevamente un subsidio.
Es decir, el comportamiento futuro de los precios de las gasolinas en México asemejará la figura de una montaña o “u” invertida, partiendo de un nivel cercano al observado actualmente, con un punto máximo hacia el mes de julio y cerrando 2016 con un precio superior al actual.
El precio al público de las gasolinas podría experimentar un incremento anual de al menos 8 por ciento en diciembre 2016 contrastado con diciembre 2015.
Cambios abruptos y repentinos en las cotizaciones internacionales del precio del petróleo, o la paridad cambiaria podrían alterar de manera importante la trayectoria previsible para los nuevos precios en los combustibles.
PARA REÍR O LLORAR
La verdad os hará presos: Miguel Ángel Yunes. Gobernador electo de Veracruz.
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