LECTURA POLÍTICA
En un intento por no deja ir la negociación, el dirigente del Grupo Guerrero y secretario de Desarrollo Social, David Jiménez Rumbo, opera en una evidente lógica priísta del pasado. Y sigue al pie de la letra las fórmulas políticas descontinuadas que le dieron resultado al extinto Armando Chavarría.
Sin embargo el punto resulta clave: al declinar en su aspiración por el gobierno estatal y adherirse muy temprano al proyecto de Ángel Aguirre, el también vástago político de Chavarría evaluó que la negociación política no solo le alcanzaba para sobrevivir durante todo el cuatrienio aguirrista, sino para meterse otra vez a la disputa por alcaldías, diputaciones locales y federales.
Y hasta las senadurías. En el argot político se le identifica como una forma de ejercer presión para alcanzar partes importantes en el reparto del pastel. Como sea, Jiménez Rumbo espera por parte de todos aquellos integrantes del Grupo Guerrero reverencias, pleitesías, lealtades y lacayunerías. O de lo contrario y en automático, caen de su gracia. Las señales de este ritual priísta imitado con exactitud en las tribus del PRD, se advierte con mucha claridad en algunos eventos recientes.