Fotografías de Andrés Arias Jurado
El día de ayer muy de mañana, gracias a la invitación que me hiciera mi buen amigo Manuel Martínez Santamaría que venía de vacaciones desde Chicago, salimos a recorrer la Costa Chica.
Viajamos de Acapulco por la antigua carretera de Barra Vieja, ahí pudimos apreciar la bocana de la laguna de Tres Palos, después vimos el caudal del río Papagayo el que cruzamos sin contratiempos gracias al enorme puente que la SCT edificó en el poblado de Lomas de Chapultepec, ahí hace muchos años atrás solían pasar a las personas y a los autos en pequeñas pangas, lo que era bastante riesgoso.
Así entre platicas y anécdotas, mi amigo Manuel y yo pudimos hacer un breve pero muy agradable recorrido por las hermosas playas de la región de la Costa Chica de Guerrero.
En San Marcos le conté que existe una preciosa laguna de agua salada que se llama Tecomate Pesquería y que en su desembocadura existe una pequeña comunidad de pescadores que se llama Las Ramaditas, la que por falta de tiempo no pudimos visitar, pero se hizo la promesa de que iríamos en su próxima visita a Guerrero.
Cuando pasamos por Cruz Grande, que es la cabecera del municipio de Florencio Villarreal, le comenté que de ahí han salido muchos paisanos que se fueron a la Unión Americana, y que en el estado de California existe una comunidad muy importante de migrantes, muy unidos y bien organizados, y que la gran mayoría de ellos son vecinos de poblaciones que circundan a la enorme laguna de Chautengo.
Ahí su atractivo turístico es el paseo en lanchas que salen desde el embarcadero de la comunidad de Chautengo cruzando la laguna, para ir a comer pescado fresco y camarones, a la barra de Pico del Monte.
También le conté de sus ricas y variadas tradiciones tanto musicales y religiosas, como la que el pueblo organiza todos los años en honor de “Manuelito el niño milagroso de Boca del Río”.
Para entonces ya era media mañana y nos apresuramos para irnos a almorzar a Playa Ventura y así de pasadita mi amigo Manuel y su familia conocieran este atractivo destino de playa, el que por cierto me comentó que le había encantado.
Ahí me dio gusto saludar a mi buen amigo Luis Pérez Ventura, a propósito de este lugar nos mostró una hermosa casa que está a la venta, a orilla de playa, y por si alguien se interesa yo les daré los detalles de la misma vía Messenger o por Inbox del Facebook.
Ya cerca de la una de la tarde nos fuimos a la mueblería Marquelia a saludar a mi buen amigo don Ángel García y a su linda esposa doña Conchita, luego nos acompañó a la playa de las Peñitas a la cabaña de don Mario en donde el buen Balta se fue de volada a la Barra de Tecoanapa, en donde nos consiguió pescado fresco para prepararlo a la talla, realmente estuvo delicioso, dicho esto sin menospreciar el sabroso pescado a la talla que también cocina mi amigazo Cheto Panchí en su cabaña situada junto a la desembocadura de un pequeño estero de manglar.
Y bueno que les cuento, mientras que nos preparaban el pescadito a la talla mi amigo Manuel, su familia y yo, nos fuimos a disfrutar de las olas en la playita junto a Las Peñitas, y en tanto que ellos retozaban en el agua y en la suave arena de la playa, yo me puse a tomar fotografías, ya saben, es mi pasión y me encanta captar imágenes de paisajes o de la gente que le gusta disfrutar en familia de las tranquilas aguas de este lugar.
Casualmente cuando fui a saludar a mi amigazo Cheto, en su palapa me encontré a otro gran amigo de Azoyú al que todos conocemos como el güero “Docho” Bautista quien iba acompañado de su hijo y de su esposa Saida
Fue una de esas coincidencias inesperadas, sobre todo cuando un día de antes a través de su hermana Denia Bautista, yo había tratado de localizarlo para darle un mensaje para su suegro que vive en Azoyú, el reconocido decano del periodismo en Costa Chica Don Emilio Bustos García.
Después de eso con un par negras en mano y un queso de prensa riquísimo que me hicieron llegar desde San Luis Acatlán, nos dispusimos a degustar el pescadito a la talla, como les dije antes, un rico manjar para el paladar.
Mientras comíamos llegó con su guitarra el amigo de todos el buen Silvino, sin duda el más conocido cantautor de las playas de Marquelia, nos acompañó con unas canciones inéditas como la de “Como te baila el sapo” que le grabaron los famosos Karkis.
Luego del comelitón me lleve a mis amigos a conocer la célula Ecoturística de Chambaleke, tomamos unas fotos de las cabañas. del paisaje y de las aves que reposaban tranquilamente a la media tarde en el estero del arroyo seco de Marquelia.
Ya para el atardecer fuimos a Playa Azul, otro paraíso escondido del municipio de Copala, un lugar de aguas de leve oleaje y suave arena, además de contar con una hermosa laguna donde los habitantes del poblado de Ojo de Agua se dedican a la producción de sal de mar.
Después de este breve recorrido, pero sustancioso, comentamos que existe en toda la Costa Chica un gran potencial turístico, inclusive para crear un corredor turístico como los que ya existen en Cancún, en la Riviera Maya de Quintana Roo, la Riviera Nayarit o como la que une a los Cabos en Baja California Sur, y nos preguntábamos ¿Qué le hace falta a esta región del estado para lograr ese propósito?
Y la conclusión fue la misma…hace falta el interés de los funcionarios de los tres niveles de gobierno para impulsar o detonar el enorme potencial turístico de la Costa Chica, y pensé: ojala que algún día Dios me permita verlo.
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