Por César González Guerrero
Escribir acerca del Burro, en estos tiempos que casi ya no se ven, es un asunto que nos permite reflexionar y valorar su utilidad en nuestra época de campesinos, de los años 70’s hacia atrás, y aún en la actualidad.
Principalmente ahora que se encuentra en peligro de extinción.
Aunque quizá se debe reconocer que fue por no saber valorar y apreciar lo servicial y la nobleza del Burro, no fuimos capaces de entender y comprender la interesante e importante responsabilidad para mantener y cuidar su existencia de manera racional y humana. Tal vez fue todo lo contrario y ahora debemos rescatar el tiempo perdido.
Creo no es tarde para retomar este razonamiento y ser trasmitido a las nuevas generaciones para que, con el apoyo de las autoridades de los tres niveles de gobierno, sí valdría la pena instrumentar algún Programa de Cría de Burros, con Calidad y visión de futuro.
Éste generoso animal mamífero, también llamado asno, jumento, borrico o pollino, en su género de macho o hembra, es decir Burro o Burra, es de uso doméstico, y es considerado como parte de la familia équido o equino, originario de África y Asia, llegados con la conquista española en 1521.
Tienen un promedio de vida de 27 hasta 40 años.
Con una altura que varía desde los 79 hasta más de 150 centímetros el Burro posee varias cualidades que por respeto al espacio no se puedan mencionar en este trabajo. Su variedad de colores es blanco, negro, gris, pardo, y algunos otros mezclan estos colores. Su forma de comunicarse es a través del llamado “rebuznido”, el cual varía de acuerdo con el objetivo o propósito del animal y se percibe a varios metros de distancia.
Su hermosa y atractiva conformación física como el pelaje, orejas, ojos, nariz, boca, cola, crin, pestañas, patas, dientes, olfato, sonido, órganos sexuales, fuerza, sensibilidad, inteligencia, etc., son características que lo hacen un animal de mucha importancia para el núcleo familiar, más en el área rural, que soportan todo tipo de trabajo “duro”. Por supuesto sus temibles “patadas”, “mordidas” y “reparos” son parte de la aventura de quienes se atreven a tratar de montarles.
Sin duda, en México, Guerrero y sus comunidades, este animal ha aportado sus capacidades en el Desarrollo integral de nuestra sociedad. Por tal motivo es tiempo de, no solamente reconocer la importancia del Burro, sino también fomentar la cultura del respeto a quien históricamente ha sido un animal de gran utilidad para el ser humano.
Aunque estamos de acuerdo en la tecnificación del campo, no debemos permitir que la modernidad y las nuevas tecnologías acaben con la existencia del Burro, brindándoles un trato digno.
Claro que el Burro se lo merece a pesar del significado despectivo que se le ha otorgado, sobre todo en el aspecto educativo e ignorancia.
Contradictoriamente, su “terquedad” se debe considerar como una forma de expresar su comportamiento dócil, “manso” y comprensivo.
Como símbolo del Instituto Politécnico Nacional, el Burro Blanco representa la dignidad y el orgullo de quienes estudiamos en esa prestigiada institución.
Es oportuno reivindicar la importancia del Burro a través de su reproducción planeada, ordenada y programada…
Ya veremos.
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