Visitantes y amigos de Azoyú: Foto: Instagram @vitoestrada_
De acuerdo a nuestras tradiciones hoy cumplimos con el legado de nuestros ancestros al conmemorar la octava de “LA LLORADA” con lo que el azoyuteco reafirma su viejo voto de tolerancia y convivencia pacífica con sus semejantes, que en si es el significado de este antiguo e importante evento social.
Por la riqueza de usos, costumbres y tradiciones los nativos estamos concientizados del deber moral para conservarla y fomentarla congratulándonos al comprobar su amor al terruño demostrando con hechos su pasión por este hermoso pedacito de patria que también es México.
Un pequeño grupo de voluntarios asumió la responsabilidad de reponer a la fuente pública su viejo compañero el jícaro haciendo suyo el reiterado deseo de azoyutecos radicados fuera del municipio. Por lo anterior, acatando la sugerencia de mis hijas permítame reseñar brevemente la historia de lo que, por siglos ha sido y seguirá siendo el símbolo emblemático de Azoyú.
Don Domingo Justo Lara siendo cabeza de cabildo que regía al municipio en 1914 atendiendo el lacerante problema de la falta de agua encargo la construcción de una fuente publica a don Ezequiel Jiménez, albañil de Ometepec; el sitio para construirla fue el centro de la población, próximo a la parroquia, en donde, mano anónima, había sembrado un jícaro que, según versiones nunca confirmadas marcaba en otros tiempos el ombligo de este querido AZOYÚ, según testimonios de antiguos nativos.
Con el paso de los años y con la fuente publica como único lugar para conseguir agua, al caer la tarde diariamente este sitio era una romería por la cantidad de vecinos que pacientemente esperaban turno y el jícaro convertido en inseparable compañero de la fuente también fue involuntario testigo de infinidad de amoríos nacidos al cobijo de su sombra y, en consecuencia también presenció el paso de felices nuevos padres al bautizar al primogénito; a la engalanada quinceañera rebosante de gozo por llegar a la edad de las ilusiones; a infinidad de cortejos nupciales que tuvieron su origen al pie de su viejo tronco y el paso definitivo de los que, al concluir su ciclo vital, pasaban a despedirse de su antiguo conocido. EL tiempo y la naturaleza acabaron con la vida de este símbolo a las seis de la tarde del jueves nueve de julio de 1992.
Foto de cuando están sembrando el nuevo jícaro el 3 de octubre del 2018.
PAISANOS:
Si con la sencilla ceremonia de reponer a la fuente su eterno acompañante saldamos una deuda con la historia de Azoyú en el fondo de su viejo arcón yacen, injustamente relegadas por nuestra ingratitud las memorias de altruistas varones que con absoluto desinterés dieron lo mejor de su esfuerzo para servir a este querido terruño: ¿Quién recuerda al profesor Juan Coronel, un olinalteco, que enseñó las primeras letras a generaciones? ¿A Manuel Bautista Almazán, olinalteco también, constructor de nuestro flamante Palacio Municipal en 1852? ¿A don Agustín Suárez que con recursos propios compró la tubería que por gravedad trajo el agua desde Zapote Negro y al ingeniero civil Enrique López López Moctezuma que tendió esta tubería gratuitamente y que a la fecha está en servicio? A don Agapito Salinas García, músico eminente, director de la única orquesta que hemos tenido llamada “EUTERPE” cuyo instrumental costeó don Melquiades Bautista Huerta, así como también la construcción a pico y pala de la brecha a Juchitán que en 1946 permitió llegar a este suelo el primer camión tripulado por don Aurelio Flores.
Foto: Instagram @sergiogmzcrra
Antes de estos beneficios don Melquiades construyó el jardín y el quiosco frente al palacio municipal en 1920. ¿Y a don Filogonio Justo Graciano que remodeló el jardín municipal, introdujo la luz eléctrica el 24 de febrero de 1967 y terminó los arcos del Palacio Municipal?
En la nomenclatura local, a nuestro juicio existen errores que por muy humanos que sean debemos corregir; existen calles en la Cabecera Municipal con nombres como Mérida, Sinaloa, Madrid, Tepic etc., que por mucho que averigües no encuentras la razón que justifique los motivo que tuvo el responsable de tal ocurrencia porque AZOYU a estas ciudades y estados nada debe y, en cambio, en su larga y rica historia tiene y ha tenido hombres y mujeres merecedores de esta distinción.
AMIGOS TODOS:
Para hacer realidad este viejo sueño de resembrar el jícaro pasaron28 largos años; pero en cambio al hacerlo causa una honda satisfacción que como azoyuteco se experimenta una gran satisfacción, a tal grado que retornaron a mi memoria los versos de la última parte de un poema de mi amigo Jacobo Cárcamo titulado “El Ahuehuete” dedicado al Árbol de la noche triste cuando al ser derrotado por los aztecas lloró Hernán Cortés una noche de junio de 1521. De la versión original del poema arreglé los versos que siguen:
El jicarito
De nuevo estas de pie jicarito guerrero
Obelisco de indios, catedral de esmeraldas melodiosas
Erguido firmemente, alta tu verde frente ante el paisaje,
Tensas tus ramas y tu idioma puro
Y en toda costa chica la elegancia
De un Azoyú seguro del futuro.
Las siguientes fotografías y el texto anterior fueron publicadas por don Emilio Bustos Aguilar el sábado 06 de octubre 2018 y que hoy las retoma, ya que debido a la pandemia del Coronavirus por primera vez en su historia no se llevará a cabo la tradicional Llorada de Azoyú, al menos no como se hacía siempre.
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