Por Noé Mondragón Norato Foto: https://inperfecto.com.mx/
Desde antes de la infame desaparición de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, esta fue clasificada en los expedientes federales de los gobiernos panistas de Felipe Calderón y del priista Enrique Peña Nieto, como «un asunto de seguridad nacional prioritario, por su historia de beligerancia y lucha política», de acuerdo con el contenido del libro La Verdadera Noche de Iguala, escrito por la periodista Anabel Hernández. Los hechos recientes confirmarían que sigue estando en dicho status. Pero, además, los resultados de la investigación para dar con el paradero de los 43 no ha dejado satisfechos a los agraviados. O es solo un pretexto para volver a vandalizar. Hay que ir por partes.
QUEMAR EL CONGRESO. – Al Congreso de Guerrero, los estudiantes de la normal de Ayotzinapa lo agarraron de cliente. Es decir, se convirtió en el lugar idóneo para operar desmanes y vandalizar. Descargas iras y frustraciones. Hacerse destacar no en competencias y promedios escolares respecto de otras normales públicas y como estudiantes bien letrados, sino por evaluar hasta dónde pueden llegar con acciones violentas que apelan a la sinrazón y a la incivilidad. Y de fondo, aparece la corrupción que no se ataca, como el pretexto para volverse impunes en tierra donde la Ley y la Justicia siguen sin contar. Se lee así:
1.- El gobernador Héctor Astudillo no quiere saber nada de los normalistas de Ayotzinapa. Por eso los deja hacer lo que les plazca. De hecho, es el único grupo de la disidencia social con el que no se mete. Ni detiene a ninguno de sus miembros pese a lo cuantioso de los daños provocados. A otros grupos que inconformes, bloquean la Autopista del Sol, les envía de inmediato a los antimotines. Y los normalistas se sienten y son impunes. Con picaporte incluso, para agredir los automóviles de los particulares. Lo cual es un exceso. Porque si el gobierno estatal no puede frenarlos, ¿qué podría hacer un ciudadano común ante el aferramiento a la anarquía y el predominio del lado salvaje de los estudiantes?
2.- En el Congreso local hay mayoría del partido Morena. Pero las inercias y las simulaciones que se arrastran de los pasados priista y perredista, continúan vigentes. Con el ataque del viernes pasado, suman dos en periodos que gestiona el partido presidencial. La primera fue cuando era presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO), Antonio Helguera Jiménez. Y hoy despacha Jesús Villanueva Vega. Quizás por esa razón, el gobernador decide no enviar a los antimotines a resguardar con anticipación las instalaciones del Congreso local, pese a tener desde horas antes, la información de que los normalistas van directos a vandalizar. En el fondo, el gobernador intenta exhibir las incapacidades de los diputados locales del Morena para tender el diálogo con los inconformes, pese a que estos últimos vayan directo a destruir y atacar el inmueble. Una jugada política de la que el mandatario estatal intenta obtener por supuesto, ganancias políticas. En cuando menos tres bandas: pondera la tolerancia con los normalistas y se vende como sensible a los ojos de los guerrerenses; les propina golpes políticos soterrados a los diputados locales del Morena; y envía señales al presidente López Obrador, en el sentido de que los agravios por los hechos de Iguala, continúan vigentes. Arrastra y se expone, sin embargo, a un solo pasivo: privilegia la impunidad. Y al no atacarla, la promueve como gobernante entre los propios ciudadanos.
3.- La quema con colchones de una parte de las instalaciones del Congreso local fue justificada con los mismos argumentos del pasado: la inconformidad con las investigaciones de la Fiscalía General de la República (FGR), por el hallazgo de los restos de otro normalista. Justo por el mismo rumbo del municipio de Cocula, donde se encontraron los del primero en diciembre de 2014. Pero el argumento mete prurito: ¿por qué los normalistas no fueron entonces a vandalizar el Palacio Nacional? ¿Es que aquí se sienten protegidos por el gobernador y allá no lo están con AMLO?
HOJEADAS DE PÁGINAS…De pronto, el rector de la UAGro, Javier Saldaña, movió a toda su peonada de beneficiarios, que se solidarizó con él públicamente, en el timbrado de la nómina al SAT. Lo burdo del asunto es que todos ellos emularon a los capataces de las haciendas porfiristas, que siempre estuvieron de acuerdo en seguir explotando a los campesinos pobres y famélicos. Si sigue por ese camino, el rector encontrará su propia revolución, pero laboral. Porque tiene muchas similitudes con el dictador de aquellos tiempos.
Hay 323 invitados y ningún miembro en línea