Por Miguel Ángel Arrieta
Si en política los huecos se llenan, hasta hace dos semanas nadie dentro de Morena Guerrero se había ocupado de analizar la carencia de estructura real que arrastra ese partido conformado todavía por una militancia simpatizante pero no ideológica, por lo que esa circunstancia creó un vacío que generó una puerta abierta por la que se coló el diputado Zeferino Gómez Valdovinos.
Distraídos en estrategias de campaña para posicionarse en la carrera por la candidatura de Morena a la gubernatura, ninguno de los aspirantes a ocupar esa representación se ha ocupado de construir el sistema vertebral del morenismo. En los hechos, el morenismo aquí es un movimiento de grupos ciudadanos corporativizados y no de estructuras de trabajo.
En el fondo, quienes ocupan liderazgos dentro de Morena Guerrero confían su permanencia en el poder al carisma del presidente de la República, y no al modelo de bases sociales que le sirvieron tanto a López Obrador para ganar la presidencia de México, como lo ha descrito el activista Sergio Montes, crítico de las nomenclaturas gansteriles que se han instalado en el lopezobradorismo estatal.
De ahí que cuando el diputado local Zeferino Gómez inició el análisis sobre ese rezago organizacional, detectó que al menos en cuatro regiones de la entidad, Tierra Caliente, Costa Grande, Zona Centro y Zona Norte, el enfoque de dirigentes locales dentro de Morena es el de obtener cargos a través de exhibiciones musculares y no en congruencia al trabajo para potenciar su partido.
Como se están revelando las cosas, Morena en Guerrero carece de datos del número real de sus militantes y su padrón está incompleto, ante lo cual Zeferino Gómez advierte el riesgo de que esos rezagos podrían ser capitalizados por grupos de oposición dedicados acuciosamente a diseñar acciones para arrebatarle diputaciones federales a Morena en el 2021, lo que coloca a su partido en situación de riesgo ya que la continuidad del proyecto lopezobradorista depende de mantener mayoría en el Congreso de la Unión, no de ganar alcaldías o gubernaturas.
En el fondo, el trabajo de tierra desarrollado por el legislador local sirve de punto de partido para que la dirigencia nacional de Morena reasigne tareas de acercamiento con la militancia a sus representantes en Guerrero.
Por lo pronto, los informes de lo observado hasta ahora por Zeferino Gómez ya fueron enviados a la oficina de Alfonso Ramírez Cuellar. Aquí lo interesante sería que alguien le hiciera llegar una copia al presidente López Obrador, lo que se ve como algo inminente si no es que ya sucedió, dado el papel decisivo que tendrá AMLO en el proceso electoral del 2021, particularmente en lo que se refiere a la competición por diputaciones federales.
Después de todo, Zeferino Gómez mantiene líneas directas de comunicación con Andrés Manuel López Obrador desde su paso como funcionario del gobierno de la Ciudad de México en la administración del ahora presidente de la República, y posteriormente cuando lo acompañó como colaborador cercano en sus campañas presidenciales del 2006 y 2012.
En este contexto, lo trascendente de un escenario de revisión sobre la fisiología actual de Morena en Guerrero no radica centralmente en el envío de tarjetas informativas, más bien su importancia se localiza en la intercomunicación establecida entre Zeferino Gómez y palacio nacional.
Desde esa perspectiva, el legislador pasa a ocupar la figura de caballo negro surgido como una opción ante la posibilidad de que se registre una excesiva polarización entre los aspirantes de Morena a la candidatura para gobernador de Guerrero, lo que al parecer será inevitable.
En todo caso, no sería la primera vez que el sistema apuesta a una figura neutral antes de ofrecer las facilidades de rompimientos con saldos excesivos para Morena.
Tampoco sería la primera vez en que un diputado local entra bien posicionado a la recta final por la candidatura; en 2015 el ahora Gobernador, Héctor Astudillo Flores, se desempeñaba como legislador local cuando el PRI lo designó candidato.
Como ya quedó claro que el poder político se ejerce desde Palacio Nacional, la articulación de la designación del candidato para Guerrero no pasará por un recuento de canicas.
Al final de cuentas, el funcionamiento del sistema político actual se desprende de un estilo autocrático, y no en base a un modelo de consensos.
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