Setenta y dos horas después de que fuerzas policiales federales, estatales, efectivos del ejército y elementos de la Marina intervinieran la Secretaría de Seguridad Pública de Acapulco, la gran interrogante no respondida aun por el alcalde Evodio Velázquez Aguirre es ¿por qué la primer autoridad municipal no sabía el más mínimo detalle de esta operación?
La argumentación expresada por el presidente Velázquez Aguirre ocho horas después de permanecer pasmado por la aplicación del operativo conjunto, no alcanza para llenar los huecos detectados en el total descuido que otorgó su gobierno al tema de seguridad pública.
Lo grave es que con sus declaraciones limitadas al hecho de que manifiesta su voluntad de cooperar en las investigaciones aplicadas por instancias federales, el alcalde Evodio Velázquez exhibe que su gobierno careció siempre de un diagnóstico sobre el tamaño de la inseguridad en Acapulco como parte de una estrategia preventiva de protección ciudadana.
En este contexto, el enfoque de Evodio Velázquez en materia de seguridad entonces no solo ha sido equivocado, sino inexistente. De ahí la decisión de destapar los vínculos de la Secretaría de Seguridad Pública municipal con el crimen organizado, antes de que concluyera su gobierno el próximo fin de semana.
En realidad, el acuerdo entre gobiernos estatal y federal para tomar el control de la SSP de Acapulco, nunca se trató a la ligera. Una movilización de este tamaño para inmovilizar la fuerza policial municipal y controlar daños mediáticos colaterales, requiere una planeación de al menos seis meses, según expertos en seguridad nacional.
De hecho, no se trata de la primera vez en que el gobierno federal sigue la pista a las corporaciones locales durante el periodo de Evodio Velázquez, de ahí que antes de emprender protocolos improductivos obstruidos por negociaciones políticas la Fiscalía General del Estado, PGR, Sedena y Secretaría de Marina, analizaran pacientemente los rastros de la relación comandantes municipales-carteles locales.
El seguimiento implicó intervención tecnológica de comunicaciones telefónicas, verificación de movimientos financieros, omisiones a responsabilidades policiales, investigaciones personalizadas a mandos de la SSP y patrones de rutinas sospechosas.
Las conclusiones fueron analizadas a principios de agosto pasado, pero aun quedaban hilos incompletos para establecer a quien obedecían realmente comandantes de las policías Preventiva y Vial.
Por lo pronto, quedó claro que en el gobierno de Evodio Velázquez las policías municipales instalaron autogobiernos controlados por la delincuencia organizada, en un escenario de silencio cómplice asumido por el propio alcalde acapulqueño.
El Fiscal Jorge Zuriel de los Santos Barrila, el delegado de la PGR en Guerrero, y los comandantes de las regiones naval y militar hicieron una nueva revisión del caso hace quince días y consideraron necesario preparar la operación, por lo que enviaron sus respectivos informes al Secretaría de Marina Almirante Vidal Francisco Soberón Sanez, al Gobernador Héctor Astudillo Flores, al Procurador General de la República, Alberto Elías y al Secretario de Defensa General Salvador Cienfuegos Zepeda.
El acuerdo fue aprobado, la que podría denominarse Operación Evodio fue puesta en marcha y proyectada a instrumentarse el martes 25.
Cuando le comunicaron al presidente municipal lo que ocurría en calles de acceso a la Secretaría de Seguridad Pública de Acapulco, respondió furioso a quien le informó la noticia: - ¿Y porqué chingaos no sé nada?
No era para menos: en los patios de las corporaciones municipales bajo su mando unos 100 elementos de la Marina tomaban las instalaciones, desarmaban a policías municipales y detenían a dos mandos de la corporación acusados de homicidio en una operación respaldada por unos 250 soldados y policías estatales y ministeriales.
En esa pregunta planteada por Evodio Velázquez como primera reacción al enterarse del operativo, radica la clave que sustenta la investigación federal de la que se desprende la intervención conjunta: nadie da crédito a que el alcalde desconozca lo que en Acapulco todos saben; una parte importante de las corporaciones municipales juega un papel clave en la operatividad del crimen organizado.
Al final de cuentas, la salida de Evodio del gobierno municipal, no fue tan limpia como él pretendía.
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