LECTURA POLÍTICA
Los perfiles lo dicen todo: el dirigente nacional de Convergencia –hoy Movimiento Ciudadano-, Luis Walton Aburto, es igual que Zeferino Torreblanca. Y por eso se entiende que no acumule hasta hoy, ningún triunfo en elecciones abiertas. Ambos coinciden tanto en la postura arrogante, la insensibilidad en el trato político, y el desdén e indiferencias hacia las clases sociales más desprotegidas. Por eso se entiende que, al asistir al tercer informe de labores del diputado local zeferinista, Carlos Álvarez Reyes, saliera en defensa del cuestionado ex gobernador. Sus palabras sonaron ignominiosas, desafortunadas y hasta confusas para un político de su nivel: “yo considero que a estas alturas el pueblo es el que debe sancionar o criticar a Zeferino, si es que así fuere, no es válido hablar cuando alguien se fue, yo creo que hizo cosas buenas como todos”.Es decir; Walton espera la formación de un tribunal popular que enjuicie a Zeferino, y no las autoridades competentes, justamente aquellas encargadas de verificar los cuantiosos desvíos de dinero de las arcas públicas. Y por otro lado, las corruptelas del ex gobernador fueron denunciadas cuando todavía estaba en el cargo. El ejemplo más claro fue el del helicóptero de la Secretaría de Salud que le prestó a uno de sus cuates –el regidor del PVEM, Fernando Reyna Iglesias- a fin de que ganara un record Guinness, mientras mujeres indígenas morían en la Montaña por falta de ese transporte aéreo. ¿Qué hizo Walton al respecto? Una sola cosa: guardó silencio.
Y hoy intenta defender lo indefendible. Como si los guerrerenses padeciéramos retraso mental agudo. El también aspirante a la alcaldía acapulqueña eligió un mal momento para expresar sus simpatías y solidaridad con el ex mandatario estatal. Fue un claro error de cálculo político. Por elocuentes justificaciones:
1.- Como gobernante, Zeferino Torreblanca fue un perdedor de elecciones. Si en los procesos locales de octubre del 2005 y federal del 2006, el PRD se atascó con los triunfos, fue básicamente por el efecto peje, no por los resultados de Zeferino que a esas alturas eran todavía imperceptibles, pues tenía un año en el cargo.
2.- En la elección local de 2008 y como candidato de Convergencia a la alcaldía de Acapulco, Zeferino le cerró la puerta para lograr la coalición con el PRD. Priorizó sus intereses grupales apoyando a Gloria Sierra. Y las tribus también. Por una razón: Walton no quiso compartir cargos y carteras con ellas, en el hipotético caso de que ganara la alcaldía. Estaba convencido que su capital político le alcanzaba y sobraba para ganarle al PRI y al PRD. La realidad terminó azotándolo contra la pared.
3.- Si Zeferino Torreblanca no lo apoyó en el pasado, cuando pudo llegar como alcalde y no lo logró ¿acaso las diezmadas fuerzas políticas zeferinistas en el puerto, le servirán de gran ayuda a Walton en su cuarta intentona por encaramarse como presidente municipal de Acapulco? ¿O será en todo caso, que las identidades empresariales y las conductas autoritarias e insensibles terminaron reencontrándolos? ¿Cuál es realmente el beneficio político –o el inicio de una debacle que podría ser definitiva- para este empresario que, atípicamente salió en defensa del ex gobernador perredista y se asume de izquierda, cuando en realidad y por sus hechos, compatibiliza ideológicamente con la derecha?
4.- En muchos sectores sociales guerrerenses, existe un ambiente de reproche y hasta animadversión abierta contra Zeferino Torreblanca. Por todo lo que pudo hacer y no hizo, dada su marcada terquedad, indolencia y egocentrismo. La elección de 2012 va a medir con certeza si dicho grupo tiene aún rentabilidad y plusvalía política. Sin embargo y por su nefasta herencia, es previsible un cobro de facturas por parte de los electores.
5.- Walton juega con fuego: por una parte, apela a los apoyos políticos del gobernador Ángel Aguirre, para lograr a su vez, las adhesiones del PRD a su proyecto por la alcaldía. Y por el otro le hace guiños al zeferinismo, el grupo que desde siempre operó en contra del arribo del actual gobernador, como candidato del PRD a la gubernatura. Hay otro punto que también se aprecia delicado: en la actual coyuntura, el empresario gasolinero estaría enviando señales a las tribus, en el sentido de estar indispuesto otra vez, a sentarse a negociar con ellas el reparto de carteras políticas. Y ese hecho podría representar el anticipo de su cuarta derrota electoral. Por sus antecedentes, se percibe que Walton no aprende de sus errores. Eso es lo peor para un político.
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