LECTURA POLÍTICA
De golpe, el dirigente estatal del PRI, Efrén Leyva Acevedo, cortó las aspiraciones de varios tiradores a la senaduría. Y alentó las de quienes parecían no tener posibilidad alguna.
Resalta en este caso, el ex gobernador René Juárez Cisneros, quien de acuerdo al sondeo priísta, aparece junto con los ediles de Chilpancingo, Héctor Astudillo y Acapulco Manuel Añorve, como los mejor posicionados para disputar el escaño. Lo cual significaría de entrada, una postura discriminatoria contra los demás aspirantes. Por una razón que parece rescatada de la vieja escuela tricolor: solo los ex gobernadores o quienes aspiraron a serlo pero perdieron, tienen la ventaja sobre los demás.
Es como si ningún miembro de la militancia tricolor hubiese crecido a partir de ellos. Lo cual es aberrante. Pero, más allá de lo planteado por el dirigente estatal del PRI, existen otras maniobras que estarían poniendo de relieve las verdaderas intenciones de los grupos tricolores que operan su propio reacomodo.RENÉ: ASEGURAR EL PASE.- En menos de una semana, el ex gobernador René Juárez se puso al frente de dos encuestas: una ordenada por él mismo. Y otra, por el CEN del PRI. Era evidente que, ante su marcado desarraigo de la entidad y los pesados lastres que carga -atribuibles a su desaseado paso por el gobierno guerrerense-, buscara las encuestas como aliadas, para intentar regresar por viejas glorias electorales. Y dejara de lado los placeo anticipados. De algún modo, lo logró. Operó subterráneamente en el CEN de su partido, pero también con la dirigencia estatal. A través de esta fue como cerró la pinza. De ahí se abren las lecturas:
A) La política es caprichosa e impredecible. Depende de las circunstancias. Con base en esto y si se mira bien, Efrén Leyva dio a conocer el resultado de la encuesta justo cuando el PREP michoacano revelaba el triunfo del priísta Fausto Vallejo Figueroa, en la elección para renovar gobernador en la vecina entidad. Esto desde luego, engalló a los viejos priístas guerrerenses. Entre ellos al ex gobernador.
B) Cuidadoso con el manejo de los tiempos, Juárez Cisneros aceptó pasivamente su designación como secretario regional del CEN del PRI en los estados de Morelos, Hidalgo, Tlaxcala, Querétaro, Estado de México y Distrito Federal, el pasado 3 de octubre. Se leyó inicialmente como una maniobra que lo excluía de antemano, de la disputa por la senaduría.
Para coronar su jugada, dejó que los demás aspirantes se siguieran placeando. Los más notorios fueron los diputados federales Claudia Ruiz Salinas y Mario Moreno Arcos. E incluso, mandó un comunicado de prensa en el cual alude que “por respeto a la militancia y a los aspirantes y a fin de abonarle a la unidad decidirá si participa o no en el proceso interno del PRI por la senaduría, cuando conozca la convocatoria”. ¿Desde cuándo desconoce un priísta de su nivel, los términos y las reglas plasmadas en una convocatoria? Se entiende que es una simple coartada para justificar su virtual entronización como candidato al senado.
C) Juárez Cisneros intenta además, ir al frente de la fórmula. La encuesta del CEN tiene oculto ese fin. Porque Héctor Astudillo ya fue senador y difícilmente podría repetir otra vez, luego de que diera a conocer en corto y a varios de sus más cercanos, la intención de ir como diputado local plurinominal, para después ponerse al frente de la coordinación de fracción. Y Manuel Añorve está muy desgastado por dos cosas muy obvias: su derrota reciente en el gobierno estatal. Y el pésimo desempeño como autoridad municipal de Acapulco.
D) Finalmente, la encuesta del CEN puso a la cabeza de las preferencias a los mismos actores que le apostaron al proyecto por el gobierno estatal el pasado 30 de enero. Y que perdieron. Curiosamente fue a través de una encuesta sesgada como la cúpula tricolor cerró filas en torno a la candidatura de Manuel Añorve, el viernes 6 de agosto del 2010. Quienes lo arroparon en su desbocada aventura, fueron precisamente los ex gobernadores René Juárez y Rubén Figueroa.
También el edil de Chilpancingo, Héctor Astudillo, el diputado federal Cuauhtémoc Salgado y el local Héctor Vicario. Por su lado, Aguirre Rivero salió por el elevador de esa sede, acompañado del legislador federal Mario Moreno Arcos, a quien hoy las encuestas tricolores –como al actual gobernador en su momento-, lo sacaron de la jugada por el senado. Pero las tempestades políticas apenas se están gestando en esa vetusta maquinaria.
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