El poder político y económico, tiene rasgos inexplicables. Como brebaje que embrutece, conduce al hombre a un abismo que le produce anemia y que, lo vuelve adicto al vértigo del mando, la jerarquía, la impunidad, el dinero, las influencias y todos los derivados de obtener y recibir, sin parar mientes en si las cosas se merecen o no.
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