La impotencia es la peor humillación que la naturaleza hace al hombre. Cancela todas las posibilidades. No deja oportunidad de enmienda. Es el acabóse. Lo confesó recientemente el presidente de la Mesa Directiva del Congreso local Efraín Ramos Ramírez.
“Ya no sabemos qué hacer para que los diputados asistan a las sesiones”. Declaración de un laconismo patético, mientras la Comisión Permanente con sólo siete legisladores hacía como que sesionaba en el salón Ruiz Massieu.