(De chile, de dulce, de amor y contra ellos) Por Karmelynda Valverde
''¿Acaso no entienden todos lo que hacen lo malo, los que devoran a mi pueblo como si fuera pan? ¡Jamás invocan el nombre del Señor! Ahí los tienen, sobrecogidos de miedo, pero Dios está con los que son justos'' Salmos 14:4-5
La temblorina comenzó intempestivamente, exactamente como suelen comenzar la mayoría de los movimientos telúricos. El bamboleo de aquí pa'llá y de allá pa'cá, acompañaba a los incrédulos y asustadizos transeúntes. Y seguía, y seguía, y seguía. Lejos estaba yo de imaginar que el epicentro del temblor del pasado martes 20 hubiese sido precísamente en el bello nido del alma mía. Y mucho menos qué el zangoloteo se fuera a prolongar a cada rato por casi una semana. Los acumulos de la autoría de la tremebunda temblorina se le han hecho al acomodamiento de placas, a los extraterrestres, a ''la calor'' y al mismito Dios. La paisanada en pleno, se persignan, murmuran,...unos expresan su temor y otros no esconden su indignación, pues consideran no ser merecedores de tanta desgracia: ''No sabemos porqué está pasándonos ésto, si aquí somos muy creyentes'' repiten como tarabilla unas paisanas ometepequenes.