Si bien, el simple retorno del PRI no significa una regresión sin vuelta a la llamada dictadura de partido, el proceso de democratización se encuentra en riesgo, sin una reforma electoral que garantice el equilibrio de fuerzas.
Y es que el sistema electoral mexicano está diseñado para que un partido pueda obtener mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, ya que, a diferencia de Alemania, la Cámara de Diputados mexicana es de magnitud fija, es decir, que tiene un número determinado de diputados (500) que no puede aumentar, como sí sucede en la democracia alemana que cuenta con diversos ajustes de proporcionalidad en su sistema electoral.