No mide el alcance de sus declaraciones. Es poco prudente y arrebatado. Tampoco entiende el contexto en el que gobierna. Y con ello, dota de armas políticas a sus adversarios para que lo ataquen. De otra forma, el edil perredista de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, habría cambiado su postura. Es más: nunca la hubiese planteado tal y como lo hizo. Porque aquello de que “no es mi papel combatir al crimen organizado, sino de otras instancias de gobierno”, lo hace ver muy mal.
Puede incluso, acelerar el trámite legislativo desempolvado recientemente por el diputado local del MC, Ricardo Mejía Berdeja, a fin de aplicarle no solo juicio político en su contra, sino la revocación de mandato. Hay puntos al respecto que es preciso ponderar.
ALCALDES: ¿RENUNCIAR A DAR SEGURIDAD?- La Constitución política local plantea el asunto de manera clara: los municipios están obligados a garantizar la seguridad pública a sus gobernados. Pero con la fuerte presencia del crimen organizado, muchos alcaldes parecen entender que su arribo a las alcaldías se limita al cobro de los impuestos ciudadanos. Y a darse baños de pueblo inaugurando obras. Esa no es en esencia, una autoridad que gobierna. Pero la crisis que no puede contener Evodio es de valores entendidos.
Es decir, al continuar la ola de ejecuciones y violencia en ese puerto turístico, revela que el alcalde no puede contra el crimen. Pero al aceptar de lleno ese déficit, admite también de soslayo que su arribo a la alcaldía fue un error de los votantes. Y entonces debe irse. Este no puedo del edil perredista es compartido por muchos otros alcaldes. Pero resaltan dos por la importancia de los municipios que gobiernan:
1.- El edil tricolor de la capital, Marco Antonio Leyva Mena, se atiene a la puesta en marcha del Mando Único, que le haga el trabajo sucio y peligroso. Es decir, el combate frontal al crimen organizado.
Pero mientras esa fecha llega, los capitalinos se despiertan todos los días con el horror de la inseguridad, los secuestros, los robos y los asesinatos. Así y desde que tomó protesta como edil de Chilpancingo, Leyva Mena evidenció que al igual que el perredista Evodio Velázquez, es incapaz como autoridad, de garantizar la seguridad a todos sus gobernados. El problema es que si lo acepta públicamente, aceleraría el proceso de su desgaste. Y de su virtual salida de la alcaldía capitalina al mostrar déficits muy marcados no solo en ese, sino en otros asuntos importantes de la agenda pública municipal.
2.- En el municipio de Iguala, gobierna el priísta Esteban Albarrán Mendoza. Es de los alcaldes que se muestra impávido e indolente ante la actuación cotidiana y sistemática del crimen organizado, que proyecta así, manga ancha para operar.
Es como si el edil ignorara deliberadamente sus nefastas y siniestras acciones. Porque desde que tomó posesión como autoridad municipal, no se aprecian acciones contundentes en materia de seguridad pública. Contrario a ello, hay firmeza y mano dura contra los motociclistas que no portan casco y sus motos no tienen placas de circulación.
Esta contradicción en el estilo de gobernar de Esteban, lo convierte en cómplice. Pero sobre todo, en un edil incompetente. Porque hasta una regidora del ayuntamiento fue ejecutada recientemente. Y el priísta hace cómo que no ve. Tampoco escucha. Menos declara al respecto.
Ni siquiera la fuerza mediática del periódico Diario 21 –propiedad de su progenitor, Jorge Albarrán Jaramillo- le ayuda a contener el escenario de desastre que lo aprisiona. Es rehén del delito. Y de los propios delincuentes. Y así, no sirve como autoridad.
Es la penosa realidad de muchos ediles. De auditarlos con lupa, tendría que irse la mayoría. El problema es que todavía no hay legislación robusta que los expulse de esa responsabilidad por su no puedo explícito. Y se imponen además, las propias complicidades del poder encargadas de condonarles ese déficit. Los guerrerenses estarán condenados así, a seguir huérfanos de autoridad municipal. Pero saturados de simuladores, demagogos e incompetentes.
Los hechos y actuaciones de los propios ediles, así los están desnudando y exhibiendo. No hay límites para su deterioro.
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