Dos giras de trabajo por Costa Grande y Costa Chica, le costaron el escándalo. Incluso, el linchamiento mediático. Lo cierto es que al senador sin partido, Sofío Ramírez Hernández, lo agarraron literalmente, en curva. En esta oscura trama desfilan varios nombres: Cesar Alaín Ramos Castañón, Juan Félix de la Luz, Jorge Ramos Sánchez, Juan Reyes, José Trinidad Bello Galindez, Constantino Aguilar Nava, Noelia Moctezuma Rizo y Maura Guzmán Cano. Y están bailando más de 4 millones de pesos con los que presumiblemente, fueron defraudados 18 mil indígenas del municipio de Ayutla, a través de una tarjeta denominada “Sin Hambre ONU”. Pero el asunto esconde de fondo, algunas variables políticas. Hay que ubicarlas.
SOFIO: ¿AMENAZA POLÍTICA?- Dentro de la coyuntura atribuible a la elección federal y local de julio de 2018, existen ruidos que comienzan a escucharse. También actores y circunstancias políticas deliberadamente inducidas. Maniobras soterradas que intentan desequilibrar a los adversarios. Se trata de conjurar y hasta desactivar potenciales amenazas en la interminable pugna por el poder local. Y la de Sofío parece estar adquiriendo ese matiz. Se lee así:
1.- De la nada, al aguirrista Sofío Ramírez Hernández, le comenzaron a llover acusaciones en relación a un fraude millonario perpetrado por presuntos colaboradores suyos en el Senado de la república. Al grado incluso, de obligarlo a tomar una postura definitiva y contundente al respecto: dimitir a su escaño senatorial si se le comprobaba tal afirmación. El punto es que el asunto no ha traspasado la frontera mediática. Pero si las investigaciones de la Fiscalía General del Estado (FGE) arrojan saldos políticos desfavorables para dicho legislador, el castigo consistiría en dejarlo fuera de futuras jugadas del poder local. O si los saldos lo favorecen, entonces tendrá que cuidarse él o los autores anónimos de dichas embestidas. Aunque es previsible –como ocurre en muchos casos con fuertes tufos políticos-, que los detractores de Sofío, terminen retirándose y dejando enfriar las cosas. Al final el objetivo se cumpliría: chamuscarlo con el escándalo para dejarlo como referencia para lo que viene.
2.- Ocho meses después de su renuncia al PRD –el 14 de octubre de 2015-, el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, declaró que “un político termina su carrera política hasta que se muere”. Y anunció que presentaría “un proyecto a la sociedad civil de Guerrero”, a través de su fundación Corazón de Ángel. Deslizó incluso, que podría apostarle a las candidaturas independientes “ahora que están de moda”. De ahí podría entenderse lo que le ocurre a su más visible cuadro político en Guerrero, el senador Sofío Ramírez. Es decir y visto desde la perspectiva del relevo en el poder en diputaciones federales y locales para 2018, el senador sin partido –pero muy proclive a regresar al PRI-, estaría percibiéndose como una amenaza. Y entonces el escándalo sería una muy visible forma de generar su desgaste.
3.- Si Sofío se quedó en medio del fuego político –pues renunció al PRD y no regresó formalmente su antiguo partido el PRI-, es previsible que los ataques en su contra tengan su origen en algunas tribus del PRD. O en ciertos grupos de poder del PRI. De alguna forma, el virtual regreso político del aguirrismo para la elección de julio de 2018 ya en el PRD con su hijo Ángel Aguirre Herrera; ya en el PRI con Jorge Salgado padre e hijo; o de plano, en candidaturas independientes, tentativamente con Sofío Ramírez; habría encendido algunos focos rojos en la política local. Porque quiérase o no, dicho grupo político mantiene sus reservas de votos cautivos en una segmento importante de los municipios guerrerenses. Se convierte en consecuencia, en una amenaza. Y por eso la primera embestida política fue contra Sofío. Para acalambrar al aguirrismo.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El fiscal Xavier Olea Peláez, intenta curarse en salud. Y presume que en nueve meses, la Policía Investigadora Ministerial ha llevado a cabo mil 377 detenciones en las siete regiones de la entidad. El problema es que no ha dado pistas en relación a los dos últimos crímenes políticos: el del regidor del partido Morena en Tecpan, Víctor Manuel Camacho Urióstegui. Y el del finado ex edil de Pungarabato, Ambrosio Soto Duarte. En realidad, Olea Peláez no puede.
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