Alexander DORADO DZUL
Reporteros de esta Casa Editorial interpusieron su formal denuncia ante la Dirección de Averiguaciones Previas del Estado, en contra de quien resulte responsable, luego de que un grupo de profesores amenazó con golpearlos por el simple hecho de estar realizando su labor. La querella fue interpuesta por la presunción de los delitos de privación ilegal de la libertad personal, amenazas y lo que resulte. Los hechos ocurrieron ayer, después de que los reporteros Alexander Dorado Dzul y Carlos Molina Rojas pretendieron obtener una serie de gráficas e información relacionada con la manifestación que los trabajadores de la educación realizan frente a Palacio de Gobierno.
En primera instancia, un grupo de profesores, algunos de ellos alcoholizados, rodearon y amenazaron con golpear a Molina Rojas, además de romper su cámara y teléfono celular, por el simple hecho de cumplir con su labor como reportero gráfico.
Pese a que recientemente sufrió un percance en motocicleta, Molina Rojas cumplió ayer con la encomienda de dejar constancia gráfica del plantón magisterial, pero los docentes, sin motivo real, lo rodearon y agredieron.
Posteriormente, lo llevaron a los policías con el argumento de que era un infiltrado.
Por su parte, el también reportero de Diario de Quintana Roo, Alexander Dorado Dzul, alrededor de las cinco de la tarde estaba sentado en unas de las jardineras del andador de la avenida Héroes, cuando repentinamente un profesor emitió un chiflido dando señal de que tenían que evitar que se retirara del lugar, interponiéndose en su camino.
El profesor en cuestión era alto, robusto, de aproximadamente 50 años de edad, quien le dijo: “Párate y ni pienses en caminar, entiende que este es un movimiento y esto se trata con inteligencia por lo que tienes que acompañarnos por las buenas o por las malas”.
En ese momento cuando Dorado Dzul vio el rostro del profesor, quien prácticamente le ordenaba retroceder, supuso que estaba bajo los efectos de alguna droga o alcohol, pues mientras hablaba despedía un aliento con olor a aguardiente, además de que no dejaba de insultarlo y amenazarlo con golpearlo por no decir la verdad.
Para no ser agredido por los profesores que ya lo rodeaban, aceptó trasladarse con ellos hasta el kiosco del Parque Bicentenario, donde le quitaron su credencial que lo identifica como reportero de Diario de Quintana Roo.
Posteriormente, uno de cuatro profesores le arrebató su celular y la cámara, que posteriormente le entregaron.
Después de más de media hora de vivir la incertidumbre sobre si le harían daño o no, y de soportar toda clase de insultos y amenazas, le dijeron que se podía retirar, pero si regresaba el trato sería diferente.
Es por todos estos hechos que el par de reporteros, que simplemente realizaban su labor de informar, interpusieron la querella correspondiente.
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