Hurgando la historia para saber porque “Juchitán y Huehuetán andaban peleando terreno” y contribuir al esclarecimiento de hechos relacionados con el paso histórico de la Costa Chica, consultamos “El Ayer de mi Costa”, un libro interesante escrito por el Lic. Francisco Vázquez Añorve, oriundo de Ometepec, que al hablar de los latifundios relata lo cruel y duro que fue para los indios y negros el cacicazgo español; ya que no eran considerados seres humanos, no recibían ninguna instrucción, medicinas o viviendas; eran seres despreciables que vivían como salvajes con los cuales los patrones jamás tenían contacto, eran parias que pertenecían al patrón igual que su familia o los animales de su propiedad, porque era el sistema imperante debido a la Conquista. fue así como habitantes y propiedades de la Costa Chica pasaron a ser de los Conquistadores formándose las encomiendas, cacicazgos, mayorazgos y marquesados, así como las haciendas agrícolas y ganaderas, algunas de ellas perduraron hasta el estallido de la Revolución de 1910.
Los caciques españoles trajeron de las Antillas a la Costa Chica los primeros negros (afrodescendientes) por ser más resistentes a las inclemencias del tiempo, sobre todo en “Los Bajiales” en época de lluvia cuyas plagas hacían estragos en los nativos no acostumbrados a vivir en esos parajes, pero que la nueva esclavitud obligaba a los indios trabajar esas tierras para sembrarlas o cuidar los ganados.
Desplazados los indios y posesionados los negros de todo el litoral de lo que ahora es la Costa Chica, al desmembrarse el gran latifundio de la Señora Ambrocia Vargas que cedió terrenos de una gran extensión únicamente a Huehuetán, quedando como arrendatarios de este pueblo los habitantes de Cuajinicuilapa, Maldonado y Juchitán.
Posteriormente, de la porción de tierra llamado “Los Calandrios”, del mismo Latifundio de Ambrocia Vargas, en los bajos del Rio Santa Catarina resultaron dueños de una parte Antonio Reguera Labastida y de la otra llamada “Banco de Oro” José María López Moctezuma, que tuvieron grandes ranchos de ganado vacuno y caballar.
Aquí, entran las suposiciones, porque los límites del gran Latifundio de Ambrocia Vargas eran: por el Norte con terrenos del Señor del Perdón de Igualapa; por el Noroeste con terrenos de Azoyú; por el Poniente y partiendo la línea sobre el Noroeste de los terrenos de Azoyú y mirando al Sur compendia las tierras ocupadas por Juchitán y Huehuetán hasta el mar, tocando la isla ceniza.
La trifulca surgió al no ponerse de acuerdo sobre los límites y porque el beneficiario, de acuerdo con el legado de Ambrocia Vargas, era Huehuetán y Juchitán era arrendatario. Por los rumbos de lo que es ahora “La Colonia Miguel Alemán” que también fue parte del mismo latifundio, el individuo Marcelo Enriques pretendió apropiarse ilegalmente estos terrenos y el 18 de abril de 1911 fue asesinado por los huehuetecos en la Barra de Tecoanapa.
Así a grandes rasgos consideramos que, con base en estos datos, tuvo origen la tan conocida tonada:
“Juchitán y Huehuetán
Andan peleando terreno
Juchitán dice ganamos
Huehuetán dice veremos…”
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