En corrillos políticos la especie no deja de perturbar. Pero lleva una gran carga de certeza: el ex gobernador tricolor, René Juárez Cisneros, intenta aprovechar la debilidad política de Manuel Añorve Baños, para empujar un cuadro suyo a la dirigencia estatal del PRI, que habrá de renovarse en agosto próximo. El ex mandatario se mueve en el plano federal para lograr su objetivo. Aunque como muchos priístas, sus pocos cuadros incrustados en la actual administración astudillista, lleven el sello del desgaste y la corrupción que permearon durante toda su administración. Además, Juárez Cisneros arrastra con otros lastres que no podrá quitarse de encima con facilidad. Hay que verlos.
RENÉ: BAJO PERFIL.- Aunque ha tratado de manejarse con un perfil político bajo, algunas circunstancias alcanzan de rebote al actual senador de la república por el PRI. Y se lee así:
1.- El ex gobernador arrastra con la derrota de su partido en el estado de Puebla, entidad en la que fungió como delegado especial del CEN del PRI. Y no pudo revertir en el electorado de la vecina entidad, la influencia del gobernador panista Rafael Moreno Valle. Es decir, le falló la operación política. Con esa desgastada plusvalía no puede exigir ni reclamar al CEN ni al gobernador Héctor Astudillo, la dirigencia estatal del PRI.
2.- René Juárez sabe que el oxígeno político para él, concluye en 2018. Debe evaluar con la cabeza fría, que no será llamado por Peña Nieto a ocupar una subsecretaría de Estado. Y se vería muy mal que al concluir su periodo como senador, aceptara una secretaría de despacho en el gabinete de Astudillo, después de haber fungido como gobernador de la entidad. Sería degradante en demasía. Pero como sus ambiciones por el poder no conocen límites, es probable que acepte. O decida moverse en otras pistas que lo catapulten a obtenerlo con mayor facilidad.
3.- La dirigencia estatal del PRI se torna una parada estratégica para el grupo que encabeza. Porque empujando un cuadro suyo ahí, intentaría maniobrar en cuando menos tres pistas muy evidentes:
A) Tendría manga ancha para imponer como diputado local plurinominal por el PRI, a su hijo René Juárez Albarrán, quien se desempeña actualmente como representante del gobierno estatal en la Ciudad de México. Ni las protestas de la militancia tricolor ni de los grupos de poder internos, podrían frenar dicho escenario, en función de que es uno de los más preciados objetivos políticos del ex gobernador oriundo de Acapulco.
B) En la alcaldía de Acapulco intentaría empujar por segunda ocasión como candidato a disputarla, al galeno Marco Antonio Terán Porcayo, quien perdió en la pasada elección de junio de 2015, por un reducido margen de votos frente al perredista Evodio Velázquez Aguirre. Y su derrota se tornó harto perturbadora, en función de que el Partido Verde –un espacio partidista donde Manuel Añorve tiene gran influencia-, no formó alianza electoral con el PRI. Esa coalición iba a impedir de calle, el triunfo perredista. Se entiende que Añorve Baños prefirió que el PRD ganara, a empoderar a René Juárez, su verdugo político en la elección interna para gobernador de 1999. Y el beneficiario político en el primer sitio de la fórmula tricolor al Senado, tras su airada pugna interna con Rubén Figueroa Smutny.
C) Finalmente y con una dirigencia estatal del PRI a modo, René Juárez no solo empujaría a sus cuadros a competir por diputaciones federales, locales y alcaldías, sino que trataría de asegurar un espacio político propio. En este caso, repetir como diputado federal. Porque esa es la cultura trapecista forjada con esmero en los grupos de poder liderados por ex gobernadores. Dejar la dirigencia estatal tricolor en manos del grupo político de René Juárez, sería literalmente, un retorno al pasado. Y un suicidio político-electoral no solo para el gobernador Héctor Astudillo, sino para todos los priístas. Y si no, al tiempo.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Tanto el presidente Peña Nieto, como el gobernador Héctor Astudillo, han aceptado dialogar con el magisterio disidente agrupado en la CNTE-Ceteg. Pero no están dispuestos a modificarle nada a la Reforma Educativa. ¿Qué es lo que van a dialogar entonces? Lo que ambos personajes pretenden en realidad, es alargar el conflicto. Porque el diálogo no será fructífero, sino de sordos.
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