El gobernador priísta, Héctor Astudillo Flores, proyecta una atípica y extraña forma de entender la aplicación de la Ley. Porque mientras al finado ex edil perredista de Pungarabato, Ambrosio Soto Duarte, la Ley lo dejó solo y al final fue ejecutado debido a esa negligencia criminal mostrada por la autoridad estatal; en el municipio de Apango anunció que los hechos violentos del pasado domingo –donde regidores y pobladores irritados con la alcaldesa del partido Movimiento Ciudadano (MC), Felicitas Muñiz Gómez, causaron destrozos en algunas de sus propiedades-, “no quedarán en el olvido y los responsables enfrentarán las sanciones correspondientes”. Y eso permite enlazar otras lecturas.
LEY A UNOS Y A OTROS NO.- Desde hace ya algún tiempo, las denuncias sobre desvíos de recursos de la alcaldesa Muñiz Gómez, fueron subiendo de tono. Pero desde el gobierno del estado y el Congreso local, se hicieron los disimulados. El titular de la Auditoría General del Estado (AGE), Alfonso Damián Peralta, hizo un tibio amague de auditoria a esas finanzas municipales, que terminó en la fría congeladora legislativa. Y la Contraloría estatal de Mario Ramos del Carmen, no llegó ni a eso. Lo anterior permite enlazar la coyuntura:
1.- El gobernador Astudillo Flores, mantiene un compromiso político inalterable con el propietario del MC en Guerrero, Luis Walton Aburto. Porque gracias a este último, Astudillo llegó como gobernador. Walton asumió como el fiel de la balanza al negarse a declinar –siendo un partido “opositor”, pero a sus intereses-, por la ex candidata perredista a gobernador, Beatriz Mojica Morga. Gracias a ese gesto, el gobernador tricolor cedió dos posiciones importantes al MC: la propia Contraloría estatal. Y la secretaría de Desarrollo Económico, posición a la cual Walton empujó a Abel Arredondo Aburto. Lo anterior explicaría con creces, que la Contraloría del estado enmudeciera y se quedara estática ante el conflicto de Apango.
2.- Si la Ley desde la postura discursiva del gobernador Astudillo, se aplicara sin distingos partidistas, entonces hubiese intervenido para frenar la andanada de ataques políticos fermentados en el MC, a través del propio Luis Walton y del diputado local Ricardo Mejía Berdeja, contra el edil perredista de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre. Ambos cerraron filas para demandar incluso, la destitución del alcalde. Y ahí complaciente, el mandatario estatal hizo oídos sordos. Como lo ha hecho ante las denuncias y quejas ciudadanas reiteradas contra la visible ineficacia y corruptelas de los alcaldes priístas de Chilpancingo, Marco Antonio Leyva Mena; de Iguala, Esteban Albarrán Mendoza; y de Taxco, Omar Jalil Flores Majul. Y hoy que la violencia estalló en el municipio de Apango, el gobernador amenaza ahora sí, con implementar castigos. En la lógica juarista: “justicia y gracia para unos; la Ley a secas para otros”.
3.- Si la violencia apareció en Apango, no fue por casualidad, sino por cansancio. Es decir, los regidores y pobladores inconformes con el desempeño de la alcaldesa Felicitas Muñiz, agotaron su tiempo para esperar una respuesta tanto del gobernador, como del Congreso local, de la AGE y de la Contraloría estatal. Y entonces no tuvieron más opción para hacerse notar y presionar, que a través de los actos violentos. ¿Es esa la capacidad de maniobrabilidad política del gobierno estatal? ¿Así desactiva los conflictos públicos, es decir, amenazando pero no conjurando por anticipado los escenarios de violencia? ¿Quién es más responsable de lo anterior: los ciudadanos a los que no se les da respuesta sobre un problema que les atañe; o el gobierno estatal que lo desatiende y cuando le revienta, amaga con aplicar la Ley para regresar al municipio hacia un orden inexistente? Sin duda, Astudillo concibe atípica y extrañamente, a la Ley.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Como parte de la estrategia gubernamental orientada a desgastar al edil de Acapulco, el perredista Evodio Velázquez Aguirre, el personaje que esta vez atacó al respecto, fue el dirigente estatal del PRI, José Parcero López. Dicen que acomedido, Parcero le apuesta a su sobrevivencia política, luego del mortal descalabro político-electoral de su jefe, Manlio Fabio Beltrones Rivera. Pero en el propio partido tricolor ya lo están jubilando.
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