Más que enfocarse en exigir la derogación de la Reforma Educativa, la presentación con vida de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa y el cese la hostigamiento a los trabajadores de la educación; una fracción disidente de la Ceteg, liderada por Antonia Morales Vélez, decidió cerrar el ayuntamiento de Chilpancingo la mañana del pasado martes, porque el alcalde priísta Marco Antonio Leyva Mena, han intentado desalojar el plantón que esa misma fracción mantiene en plena plaza cívica de la capital. Y desde luego, es algo que Morales Vélez y su pequeño grupo de seguidores no están dispuestos a permitir. De ahí se abren algunas lecturas.
LEYVA MENA: INCOMPETENCIAS REITERADAS.- Para el gobernador Héctor Astudillo Flores, el alcalde priísta de la capital Marco Antonio Leyva (MAL), se ha convertido progresivamente, en un serio dolor de cabeza. Y las razones están muy expuestas: 1.- Sus resultados como autoridad a casi nueve meses de tomar posesión como tal, no se ven por ningún lado. Las calles están literalmente, para llorar, pues no existe un programa de bacheo para tapar grandes hoyancos que se aprecian incluso, por las avenidas principales, las mismas que le dan la “imagen urbana” a Chilpancingo; no hay inversión en obra pública y los millones destinados para ella están engordando alguna cuenta bancaria –quizás la del propio edil-; la seguridad pública lo atenaza y asfixia constantemente porque el crimen y la violencia no disminuyen, midiéndose con el imparable número de asesinatos cotidianos; tiene una nómina inflada en exceso por amigos y familiares que lo limitan sensiblemente para actuar; los servicios públicos municipales –como la dotación de agua potable a las colonias populares y los camiones recolectores de basura- son muy deficientes y hasta nulos; y los conflictos laborales le estallan por todos lados, sin que pueda resolverlos con éxito. Al edil no solo le falla el olfato político, sino que está bloqueado para actuar. No se le aprecian ideas ni acciones contundentes para enderezar un barco que a estas alturas, va en picada. 2.- La preocupación del gobernador Astudillo y de todos los priístas debe estar orientada hacia un solo escenario de desastre: la posibilidad latente de que el PRI pierda para la elección de julio de 2018 y por primera vez en toda su historia, la capital del estado. Sencillamente, por el estilo de gobernar poco ortodoxo, despistado, arrogante e ingobernable mostrado por el edil tricolor capitalino. Leyva Mena sentaría de esta forma, el mismo precedente político proyectado por el propio gobernador Héctor Astudillo, cuando perdió para el PRI el gobierno de la entidad, en la elección de febrero de 2005. Con una sola diferencia: al PRI de Astudillo le cobraron los electores en aquella contienda, las corruptelas, masacres y estilos autoritarios de gobernar de los ex gobernantes priístas. Leyva Mena en cambio, se está hundiendo por su propia voluntad. Por sus propios errores. Por su propio gusto. Como los alacranes cuando se pinchan solos. Pero en ese inter, se está llevando entre los pies a todos los aspirantes tricolores que buscan competir para la alcaldía chilpancingueña en esa elección. 3.- En este escenario, para el gobernador Héctor Astudillo y para todo el priísmo, se abre una sola disyuntiva política: o llaman en conjunto a Marco Antonio Leyva (MAL) a que rectifique en camino y le fijan un plazo para hacerlo. O de plano, le promueven en el Congreso local, la revocación de mandato. Es decir, su expulsión definitiva de la alcaldía capitalina. De lo contrario, el PRI se encontrará con dos años de anticipación, con la derrota electoral en Chilpancingo. Porque hasta hoy Marco Antonio Leyva (MAL), ha hecho todo y como su nombre y primer apellido lo indican, mal. Muy MAL.
HOJEADAS DE PÁGINAS…La revista Proceso en línea filtró una lista de medios que cobran jugosos convenios publicitarios en la Dirección de Comunicación Social del gobierno estatal. Al respecto, el alcalde priísta de Iguala, Esteban Albarrán Mendoza, no revela el monto –ni se estima que lo haga- otorgado al Diario 21, su principal puntal de crecimiento político y propiedad de su padre, Jorge Albarrán Jaramillo. Las manos del ITAIG y de la AGE, tampoco alcanzan para tanto.
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