¿Qué hacía el ex secretario de Finanzas, Jorge Salgado Leyva, reunido con el gobernador Héctor Astudillo Flores? ¿Por qué el mandatario estatal dejó que el ex funcionario del ex gobernador perredista Ángel Aguirre, enfrentara a la prensa, pero el primero no dio una explicación de las razones de ese cónclave? Y por otro lado: ¿Por qué razón circuló en esta misma coyuntura, una fotografía en la que se observa al ex diputado local, Ángel Aguirre Herrera –hijo del ex gobernador perredista-, posando con el dirigente nacional de ese partido, Agustín Basave Benítez? ¿Es que acaso el grupo aguirrista ya abrió sus negociaciones políticas en la prospectiva del poder local, tanto con el PRI como con el PRD? Hay puntos clave que no pueden soslayarse.
REACOMODOS DEL PODER.- Si se mira bien, el rejuego de los actores del poder habla de la forma en que cada cual toma sus posiciones rumbo a la elección federal de julio de 2018. Hay puntos que por su elocuencia, resaltan:
1.- El PRI no proyecta un perfil ganador en materia electoral para esa fecha. De hecho, el pésimo trabajo del presidente Peña Nieto en materia de justicia, bienestar social, combate a la corrupción, pobreza y seguridad; no son prendas que le garanticen la construcción de un solo escenario: que esta vez por fin le ganen en Guerrero –no lo hicieron los tricolores ni en 2006 ni en 2012- al virtual candidato presidencial del Morena, Andrés Manuel López Obrador.
2.- El PRD también perdió plusvalía y clientelas electorales. La tribu los chuchos de Nueva Izquierda (NI) lo llevó directo a perder su identidad y origen de izquierda, dados sus acuerdos políticos inconfesables con el presidente Peña Nieto. Y no proyecta un precandidato presidencial fuerte para 2018. En este contexto, es previsible una eventual alianza electoral partidista entre PRI y PRD para dicha elección presidencial. Y el escenario nacional lo confirmaría, pues si el PRD ya las concretó con el PAN –izquierda y derecha unidas- en cuatro entidades que tendrán elección el próximo 5 de junio–Durango, Veracruz, Zacatecas y Oaxaca-, no tendrían ningún inconveniente –dado el nivel de cinismo de los chuchos de NI- en hacerlas con el PRI. Porque el escenario nacional se les complicó profundamente a ambos partidos. Y al PAN también.
3.- En este carril, la misión tanto de Jorge Salgado Leyva, reunido con el gobernador priísta Héctor Astudillo; y la de Ángel Aguirre Herrera, vendiendo acercamientos políticos con el dirigente nacional del PRD, Agustín Basave, estaría muy expuesta: ofertar por anticipado al grupo político aguirrista, como el puente político necesario entre ambos partidos políticos. Desde luego, intentando en ese inter, acaparar algunas importantes posiciones de poder local. En ambos partidos políticos. Por eso se entiende que ni el dirigente nacional perredista, ni el propio gobernador Astudillo, explicaran las razones de ambas reuniones. Ambos optaron por guardar silencio. Y tanto Jorge Salgado como Aguirre Herrera, se percibieron seguros de lo que hacían. De alguna forma, saben que tienen la sartén por el mango.
4.- En este mismo contexto, la meta política del grupo aguirrista, ya se percibió con claridad: empujar al ex diputado local Aguirre Herrera a la alcaldía de Acapulco. A Jorge Salgado Parra –hijo de Salgado Leyva-, a la alcaldía de Chilpancingo. Y acomodar eventualmente como diputado federal por segunda ocasión, al actual senador Sofío Ramírez Hernández. Y si el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, deslizó inicialmente que su grupo podría apostarle a las candidaturas independientes, su escenario político más rentable en realidad, consiste en maniobrar tanto al interior del PRI, como del PRD. Al parecer, es lo que más plusvalía política podría redituarle.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El magisterio disidente agrupado en la Ceteg, volvió a enseñar el músculo con sus bloqueos intermitentes a la Autopista del Sol y su marcha multitudinaria por las calles de la capital. Y el secretario de educación, José Luis González de la Vega Otero, nada puede hacer. Tampoco el gobernador Astudillo, quien esta vez no se enfrenta a los habitantes de la sierra ni a los transportistas, a quienes aplicó mano dura. El adversario que enfrenta es mucho más fuerte y tolerado. Se confirma con ello, que en el movimiento social también hay niveles y jerarquías.
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