Llegó precisamente cuando la calentura electoral empezaba. Hace cuatro trienios. Inició con un slogan: Caras Nuevas, Manos Limpias. Propaganda que inundó calles y vehículos. Nadie lo conocía. Se decía de él que era un pequeño geniecillo: culto, diestro, promesa virgen, embrión de político, inmaculado y sin prisas por corromperse en este ambiente corruptor. Fue por fin candidato del PRI a la presidencia municipal cuando nadie deseaba semejante oportunidad. Y, perdedor con sólo 12 mil votos, cayó en las redes de la nómina, al ofrecerle Félix Salgado una Coordinación de Asesores, más ficticia que la victoria bélica de Felipe Calderón.
Nuevamente el fervor de las elecciones próximas está atrayendo a hombres y mujeres que, durante muchos años guardaron sigilosa distancia con el estado de Guerrero. Vienen a sacrificarse por una senaduría porque, de repente, estas golondrinas de otoño, descubrieron que la tierra de sus ancestros los necesita y, dispuestas al sacrificio, al más puro y limpio estilo del Síndrome Vizarretea, se acomodan a la circunstancia, timan a incautos, ocupan a colaboracionistas y, esperan los tiempos de que el PRI se fije en ellos y les complazca sus ambiciones personales, que no proyectos políticos de aliento al retraso de Guerrero.
La carencia de vergüenza no es privativa ya de los hombres, mujeres que debieran guardar la compostura, asumen posturas irreconciliables con su falta de arraigo. No han vivido en Guerrero, no tienen más que lazos familiares divorciados, afectos rotos y una remota ausencia de parentescos trágicos, además de precedentes políticos en sus apellidos que sembraron de cadáveres los panteones del estado, sobre todo de perredistas que, en la protesta y la toma de palacios municipales, para vengar los robos en las urnas, fueron apaleados y masacrados por el poder que entonces sus familiares detentaban.
Los partidos políticos no tienen ningún chance de equivocarse. Si llegaran a nominar a sujetos desclasados, desarraigados, oportunistas que se acercan a la olla cuando empieza a emitir sus primeros olores gastronómicos, estarán obligando a los electores a cruzar la boleta electoral en contrario, para darle el triunfo a quienes tengan la sabiduría de escoger mejor a sus cuadros políticos. El pasado no debe reencarnar ni siquiera en los críos que se creen actores del relevo generacional político. Los hijos son iguales, representan lo mismo y a los mismos y tienen el apetito tan desbocado por el poder y los negocios, que para nada piensan en el bienestar del pueblo ni en los estándares de vida de la gente. Ellos y ellas con filibusteros al abordaje para ver quien se lleva el mejor botín del naufragio.
PD: “No los perdones Señor, porque éstos, sí saben lo que hacen”: Paráfrasis.
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