Noé Mondragón Norato
Para el simple sentido común, resulta una aberración. Una forma autoritaria de imponer a un personaje, pese a no contar con el perfil que su cargo demanda. Un retorno al pasado priísta donde el gobernador en turno impone por encima de cualquier intento democrático de entender el proceso social. La confirmación absoluta de que el poder puede hacer lo que él quiera, sin el aval de una sociedad guerrerense que ya perdió la capacidad de asombro ante el recurrente descaro y cinismo, de quienes se asumen como sus representantes. Y si no, ahí están los hechos que son tercos.
REGRESO AL PASADO.- En el Poder Judicial existe honda preocupación. Porque de la noche a la mañana, les están mandando una propuesta que ya los puso en guardia. Y es que el gobernador Héctor Astudillo, decidió que en ese poder público, la figura del Magistrado Presidente debe concebirse y estar acompañada de una mano de hierro contra la protesta social. Capaz de hacer cumplir la Ley a todos aquellos miembros radicales del movimiento social, que se han subido literalmente, a las barbas de los gobernantes en turno. Fincarles incluso, responsabilidades penales. Una medida que hasta hoy, no ha sido implementada por ningún Magistrado Presidente. Pero en ese inter, el gobernador tricolor envía señales autoritarias. Muy malas para él y su incipiente gestión. Y se lee así: 1.- De la nada y sin tener como respaldo carrera judicial alguna, en el Congreso local se legitimará el arribo de Robespierre Robles Hurtado, como Magistrado del Tribunal Superior de Justicia (TSJ). Y de ahí, saltará como Presidente de ese Poder. De ser un simple y modesto notario público en el puerto de Acapulco, Robles Hurtado se convertirá en lo que ya quisieran muchos jueces que están haciendo fila –en algunos casos, hasta con más de 20 años de antigüedad como tales- para alcanzar una magistratura en el TSJ. Hay una diferencia al respecto: el hijo del ex secretario general de gobierno en el periodo del defenestrado, Rubén Figueroa Alcocer, tiene los apoyos políticos no solo de este último grupo tricolor, sino del mandatario estatal en turno. Por eso va por la libre. No tiene piedras en el camino en ese trayecto. 2.- Al ser el Congreso local quien se encargue de legitimar el virtual arribo de Robespierre Robles, vulnera en gran medida, la autonomía del Poder Judicial, que decidían en cónclave, el nombre del agraciado. Desde luego, respetando la terna propuesta por el gobernante en turno. Pero el problema es justamente ese: la mayoría de los actuales magistrados ya fueron tocados por la Presidencia de ese poder. Es decir, están maleados. Y su actuación no ha pasado de ser hasta cierto punto, meramente decorativa. En el fondo, el gobernador Astudillo Flores, evalúa que no cuenta con alguien que pueda operar en materia de Justicia, como ya lo tiene contemplado para afrontar la complicada dinámica social. Pero debió mirar en todo caso, hacia la enorme fila de jueces que esperan por la vía legal, arribar como Magistrados. No imponer a un personaje sin carrera judicial. Convertirlo en magistrado apelando a la fuerza política de su investidura. Porque revela destellos muy marcados de autoritarismo. Es un pésimo menaje. 3.- De arribar Robespierre Robles como Magistrado Presidente del TSJ –que esa es la intención de fondo-, el grupo Figueroa se fortalecerá sustancialmente. Y más aún si se mira la cancha completa. Porque en la Fiscalía General del Estado (FGE), el comodín político de ese grupo, el diputado local Héctor Vicario Castrejón, cabildea para que sea uno de sus miembros quien la acapare. La justicia quedaría así e hipotéticamente, en manos de un grupo político tricolor que se encuentra confrontado con ella. Y esa sería otras de las más agudas contradicciones de la actual administración estatal astudillista, que pondera el orden y la paz. Ese es el punto.
HOJEADAS DE PÁGINAS…En el Instituto Estatal para la Educación de Jóvenes y Adultos de Guerrero (IEEJAG), trasciende sobre una pugna intensa entre los aguirristas José Villanueva Manzanarez –el ex titular de esa dependencia- y el actual, Jorge Salgado Parra. En el fondo aparecen la entrega de cuentas y gastos que utiliza éste último personaje, para hostigar al primero. Sin duda, el que más pierde no solo es el ex gobernador Ángel Aguirre, sino el propio Jorge Salgado. Y si no, al tiempo.
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