Llegar al momento en que nos encontramos socialmente, deriva de muchas cosas, pero principalmente deriva de los excesos de un sistema corrupto, que es alimentado cotidianamente con los excesos del poder.
Gobiernos del pasado, como aquellos que asesinaban campesinos y querían impunidad. O los actuales, que matan estudiantes y quieren seguir como si nada.
Un gobierno que sigue reciclando las miserias corruptas del pasado, que quiere meter a la pelea político electoral a su familia y que utiliza el presupuesto y a su familia incrustada en el Sistema Estatal para el Desarrollo Infantil y la Familia (DIF), para seguir fomentando la impunidad.
O gobiernos, del pasado como aquellos que construyeron un libramiento a Tixtla, presupuestado en 213 millones y cuando termina lo tasan en 615 y ahora es un monumento a la impunidad y a la corrupción, que se deshace, que se desbarata y que su constructor, Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, única obra de su periodo de gobierno, goza de cabal salud.
U otros, que como el actual, permitieron el homicidio de indígenas en Ayutla, cuando la matanza del Charco y que se quieren perpetuar con sus hijos, o que simulan gobernar, escondiendo los presupuestos, que utilizan para el enriquecimiento familiar y de los amigos. Y que no sólo han promovido y alentado los negocios de quienes los apoyaron para sus campañas y viven endeudados que no pueden hacer una sola obra social, porque el presupuesto, lo tienen secuestrado.
Y que llegaron con tanta ilusión, mintiendo a la gente, con programas de apoyo a mujeres, a ancianos, a discapacitados y a miles de niños con becas que hoy desaparecieron, dejando a miles de ciudadanos y mujeres en el total abandono.
Programas y promesas, como una tarjeta Cumplidora, que se convirtió en un monumento al engaño y que ahora no saben qué hacer con tantas promesas incumplidas.
Un gobernante que impulsó, fomentó, financió y apoyó a grupos armados, que ahora se convierten en una pesadilla para el sistema, luego de que acuden a cumplir acciones que el gobierno en turno, no puede, porque ha abandonado su función principal, que es la de dar seguridad a la sociedad.
Un gobernante que quiere que le cuiden sus parcelas y que cuando se supone que el dinero y el apoyo entregado, debe funcionar, para que los policías comunitarios de Bruno Plácido, deben decir sí a todas sus instrucciones, le dejan hablando solo y que llega la Comisión Nacional de los Derechos Humanos a exigirle, que si no puede gobernar, que se haga a un lado.
Un gobierno del estado que asegura estar cumpliendo su función básica, pero que no puede detener a las bandas organizadas, ni tampoco a las que él mismo organiza.
Hoy, el estado de Guerrero se encuentra en una crisis de gran tamaño y e gobernador del estado, Ángel Heladio Aguirre Rivero, no aparece, no existe y sólo surge, cuando se trata de seguir inventando acciones y programas que no tienen viabilidad.
Hoy, el gobernador del estado de Guerrero, es al igual que el de Michoacán, simples marionetas del poder central, pero que no renuncian, siquiera por vergüenza, porque quieren seguir exprimiendo la vaca, hasta que muera o se le acabe el líquido vital, que nutre las venas de la corrupción familiar y de los amigos.
Triste situación de los guerrerenses. Estar tan cerca del paraíso Acapulco y las Costas y tener un gobernante como Ángel Heladio Aguirre Rivero. Comentarios; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
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