Corrían los primeros meses del año 2000. Acapulco estrenaba Alcalde de lujo. Elegido Zeferino Torreblanca, después de haber logrado vencer al PRI, existía entonces una especie de revolución pacífica en el Ayuntamiento. Estructuras caducas, delincuentes de la nómina, caciques urbanos y lideres civiles naturales, temblaban ante la incertidumbre de la manutención de sus cotos.
Aparecían nuevos rostros en la administración. De la Iniciativa Privada, gente con expresiones faciales de novatos, accedía a los laberintos y embrollos del gobierno municipal.
Zeferino, más ingenuo y silvestre de lo que parecía, no delegaba funciones en nadie. Formado en escuelas y changarros cautivos de la verticalidad financiera, ignoraba el organigrama de la Hacienda Pública. Rentista socio de reetiquetadores, alcista inescrupuloso, introdujo al Ayuntamiento pandillas de alta eficacia en saquear las finanzas, sin aparentemente delatar ninguna anormalidad a la ley.
El cuello blanco fue el distintivo. Funcionarios que un día atrás despachaban en la Loyola, hoy fruncían el seño a los causantes que acudían a trámites propios del contribuyente.
Algo que jamás hizo Zeferino fue seleccionar a colaboradores competentes. Ni una persona de su gabinete tuvo distinciones académicas, fama pública decente. Nadie era honorable, honrado ni eficiente. Bagazo, pedacera, hojarasca, fue su constante.
A los pocos meses de la aventura, amigos cercanos a Zeferino le informaron: “Carlos está robando” -Quiero pruebas.- Fue réplica invariable del Alcalde. -Pasta es ladrón.- Pruebas, pruebas, no sólo chismes.- -Memo, es un rata.- Sin pruebas no puedo creerte.--La Magaly vende tus audiencias.- Sólo puedo actuar con pruebas.
Entre tanta miseria moral destaca una contadora, alumna de uno de ellos en una universidad particular. Le dieron confianza en la oficina de Finanzas y Administración. Ahí pasó dos trienios.
Cuando la despidieron demandó a la Comuna y extrajo buenos pesos coaccionando a quien se atrevió a concluir sus servicios.
Tres años en Acapulco y seis como gobernador, Zaferino nunca actuó contra los facinerosos que lo rodeaban, basado en su código de la amistad que le impedía creer, que se encontraba en un círculo de gente que sólo robando entendía la función pública.
Cómo han pasado los años. Concluidos sus mandatos, estatal y municipal como pústula hervorosa, brotan los hedores y se riegan las miasmas. El grado de desvalijamiento es mayúsculo.
Corrupción pura. En los más ínfimos estratos afloran pillerías. No hay piso del pasado gobierno en que no se hayan robado los focos, dinero, prerrogativas, enseres, combustible, presupuesto, los viáticos. Destruidos los archivos, quemados los papeles, mal escondidas las estafas. Ni Al Capone tuvo en sus mejores días una calamidad tan impresentable como la del anterior gobierno estatal.
“La Auditoría Superior de la Federación tiene observaciones al área de finanzas del gobierno de Zeferino por el mal uso de más de 28 millones de pesos porque mandó a hacer un helipuerto en Casa Guerrero”. Éste es sólo un caso, de los miles, que se siguen documentando. La transa fue con Z su mejor fruto político.
“Tal dinero tiene que ser devuelto a la Federación, junto con los intereses generados que correspondan”.
“De dicha irregularidad se señala a quien fuera la subsecretaria de Egresos de la Secretaría de Finanzas y Administración del Estado, Ana Elena Aponte Gómez, porque como apoderada de la cuenta bancaria y de acuerdo a sus funciones, ella indebidamente efectuó la liberación de dicho recurso”. La indiciada es la misma contadora egresada de la Loyola que en el municipio tuvo que ver con los mismos asuntos de la Tesorería municipal.
Sólo una mugre de las miles del honrado régimen de Zeferino.
Ahora que sobran pruebas, miles de pruebas que se acumulan del sexenio más corrupto de la historia de Guerrero. Hoy que los expedientes contra funcionarios depredadores del gobierno de Z, hasta hoy impunes, sucede que el señor que pedía pruebas y más pruebas y más pruebas, ahora no dice nada. Con la boca cerrada, acumulando silencio, se mantiene callado frente a las denuncias penales que le hacen todas las contralorías oficiales.
PD: “Que tu mano derecha no vea lo que hace la izquierda:
Cristo.
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