Para los mexicanos de este siglo, que hemos estado acostumbrados a la política del mercado libre, al de la oferta y la demanda y ahora, desde que Carlos Salinas de Gortari, aplicó la anexión de México al Tratado de Libre Comercio (TLC) y con ello se modificó el artículo 27 Constitucional en México, entre otros elementos comerciales, ligados a los aranceles, ha nacido un grupo de depredadores comerciales, a los que sólo les importa el negocio.
La moral, no les va.
Lo anterior, tiene que ver con el rompimiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a su pasado histórico y plataforma política de defensa del ejido, de que el Estado fuera rector financiero, y que no permitiera que las políticas públicas se definieran por intereses comerciales, sino sociales, que venía defendiendo como postulados, entre otros elementos, al término de la Revolución Mexicana.
Luego de eso, el PRI, dejó atrás muchas cosas, que hoy quiere retomar el Partido de la Revolución Democrática (PRD), o sea regresar al pasado de un Estado Social y no a un Estado que sólo defiende a la empresa, por encima de los intereses de los ciudadanos. El neoliberalismo, en pleno.
¿Pero y eso en qué nos afecta?, dirían algunos. Pues, en que las condiciones económicas del país, permite a quienes tengan más saliva, puedan tragar más pinole. Derivado de ese elemento, hay indicios de que en el Acapulco Tradicional, se quiere aplicar una regla que da buenos dividendos a los empresarios depredadores, pero despoja a los actuales dueños de hoteles de patrimonio e infraestructura social y hotelera, que por años han detentado.
Lo anterior, ya ocurrió en el Distrito Federal, cuando con el auxilio del Andrés Manuel López Obrador, cuando gobernaba el Distrito Federal, se estableció una ley, de rescate del Centro Histórico, que permitió luego de algunos movimientos legales, que quienes eran propietarios de edificios históricos y que no los remozaban por carecer de finanzas, fueron despojados y que por arte de magia y gracia del poder y que aparece Carlos Slim, quien de inmediato pagó a precio de ganga varias manzanas enteras de edificios con valor histórico y que se queda con ellas. Las remozó y ahora existe un emporio comercial, de primer mundo, que al final de cuentas está bello, pero enriqueció más al poderoso y al que no tenía recursos lo despojó de todo.
Quizá por ello Carlos Slim financió la campaña de Andrés Manuel, por los favores recibidos en la ley de Rescate del Centro Histórico que tantos beneficios le dejó al empresario mexicano más exitoso. Pero eso es otro rollo.
Lo cierto, es que no sólo en el Centro Histórico fue beneficiado Carlos Slim, sino que también en la zona de Polanco, Andrómaco e Irrigación, el gobierno del DF, permitió que los terrenos de las fábricas que en la década de los 80 fueron desalojadas por contaminar, le fueron vendidas y cambiado el uso de suelo, sin problemas. Hoy, en esa zona se edifican zonas habitacionales con edificios con más de 10 mil viviendas, que tienen un alto costo en plusvalía y gracias a la cercanía con el poder y el apoyo en campañas políticas. La General Motors, La General Popo, Vidriera México, Protor, entre otras 10 fábricas más que ocupaban más de 200 mil metros cuadrados.
Hoy, ahí donde existe el Museo Soumaya, también era una fábrica. Pero bueno y que tiene que ver con Guerrero. Pues que el patrocinador de la campaña del actual gobernador, Carlos Slim, quiere el Acapulco Tradicional y para ello ya tiene un aliado, que asume una actitud de presión contra quienes son dueños de los hotelitos de Caleta y Caletilla. O venden o les expropio, es el mensaje.
Y quéjense a donde quieran, que para eso es el poder. Gracias, al poder del dinero, dijera American Express. Con el poder de tu firma. Gracias, comentarios;
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