En la guerra política, y en la guerra social y sobre todo en la guerra electoral, todo se vale. Al menos, es lo que establecen los códigos de ética, que tienen quienes hoy compiten en la contienda electoral, que vivimos los mexicanos. Ligado a ese elemento, los perredistas, montaron una campaña de descalificación contra el candidato puntero, Enrique Peña Nieto, aprovechando una pifia que tuvo éste en la feria internacional del libro de Guadalajara, donde un periodista le preguntó cuáles libros cambiaron su vida. Enrique Peña Nieto, quien acudía en la feria mencionada a presentar un libro que compendiaba sus propuestas políticas para la presente campaña, no puso que contestar.
Ese elemento fue la punta de lanza de los perredistas, y seguidores, quienes con despiadada intención, hicieron mofa del candidato puntero, Enrique Peña Nieto. De muchas maneras y en todos los foros. Es más, todos los perredistas, estuvieron esperando el final del debate, pues tenían la confianza de que al término de éste, su candidato Andrés Manuel López Obrador, sería el triunfador absoluto del debate y Enrique Peña Nieto, de quien aseguraban, era incapaz de hilar dos frases juntas, sería el perdedor.
La realidad resultó totalmente diferente.Al iniciar el debate, pareciera que quien no entendía, quien no hilaba respuestas claras, quien no sabía responder al menos, de manera directa, era Andrés Manuel López Obrador. Las tres primeras participaciones, no supo qué responder. Hablaba del fondo del asunto, pero de un asunto que no tocaba. Al menos con claridad. Se refería a la mafia del poder, al cambio verdadero, a que los dueños de los medios informativos le quitaron la gubernatura, a que la banda ancha, a que bajaría el precio de la gasolina, a que 7 millones de mexicanos, tendría empleos nuevos, casi como fijación, pero nunca explicó cómo hacerlo. Las tres primeras participaciones de Andrés, fueron cruciales y las desperdició. Luego, como si alguien le recordara que tenía que llamar la atención, empezó a atacar con planteamientos, en ocasiones sin sustento, contra su contrincante, Enrique Peña Nieto.
Y en eso se perdió.Por su parte, Josefina Vázquez Mota, quien mal asesorada y buscando descalificar las acciones de Peña Nieto, lo estuvo atacando todo el tiempo. Bueno, la utilización del crimen de Paullete, fue el colofón a una serie de desaciertos. Hasta que Peña Nieto, le dijo mentirosa y rapiñera, al hacer mención de la muerte de una niña y pretender sacar raja política, no volvió a tocar el temaPero Josefina Vázquez Mota seguía insistiendo en sus ataques contra Peña Nieto, por las obras incumplidas en el Estado de México. Hasta que el candidato puntero, le dijo que le explicara cómo es que lo acusaba de ser el responsable de frenar las modificaciones estructurales como la ley del Trabajo, la ley de Seguridad Pública, las modificaciones para que en Pemex, ingrese el capital extranjero o particular, entre otras, cuando ella, que era la coordinadora de la fracción panista en el Congreso, nunca hizo nada para cambiar las leyes, luego de que nunca iba a las sesiones del Congreso federal.
Luego entonces, los que consideraban a Enrique Peña Nieto, como incapaz de debatir y de presentar sus propuestas políticas en foros y mucho menos ante la pantalla de televisión, resultaron sorprendidos y no sólo eso, sino que los calló, los acorraló, los atacó para defenderse y los colocó en una situación incómoda, luego de que no les permitió que lo atacaran, pues en todas sus acusaciones, siempre tuvieron respuestas tajantes.
Una buena lección, para Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota, es que la confianza mató al gato. Pero quienes al final de cuentas, resultaron silenciados fueron los perredistas y de seguro, tendrán que inventar otra forma de atacar a Enrique Peña Nieto, para poder minar su fuerza y su capacidad de crecimiento social y político, que a diario crece y al que ningún perredista, quiso reconocer, hasta que silenció a Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador, quienes resultaron ridiculizados y terminaron sin habla y sin poder presentar sus propuestas y desaprovecharon su oportunidad para convencer a los mexicanos, de que en efecto, no sólo son inteligentes, sino se encuentran capacitados para gobernar al país. Ninguna de las cosas que mostraron. ¡Lástima Margarito!.