Hace un año—que parecen más-el gobernador Ángel Aguirre Rivero tomó posesión de la administración pública estatal con una aprobación popular muy alta y con unas expectativas aún mayor, pues se dijo entonces que con su experiencia como ex mandatario podría hacer un gobierno mucho mas ágil, cercano a la gente, pero sobre todo eficiente y eficaz. Los resultados no son del todo positivos y tiene en contra, muchos y diversos cuestionamientos por parte de organizaciones sociales, defensores de los derechos humanos, campesinos, trabajadores del campo y la ciudad, transportistas, estudiantes universitarios, normalistas y de escuelas primarias y secundarias, lo mismo que con promotores culturales, prestadores de servicios turísticos, sin contar todos los requerimientos de que es objeto por parte de los distintos partidos y organizaciones políticas de la entidad y particularmente de su nuevo partido, el de la Revolución Democrática.
Este primero de Abril, el gobernador Aguirre debió de haber dado lectura a su primer informe de gobierno con el nuevo formato propuesto. Esto es, que según las modificaciones a la legislación, el mandatario volvería a rendir su informe de actividades ante el pleno del Congreso estatal, en donde los representantes de los diferentes partidos políticos ahí representados fijarían sus posturas frente a la realidad que se vive hoy en las siete regiones de la entidad.
No sabemos si la decisión de las autoridades electorales de prohibir que el mandatario hiciera uso de la tribuna para dar cuenta del estado en que se encuentra la entidad fue o son benéfica para el gobernador Aguirre quien en los últimos meses ha tenido que enfrentar serios problemas de inestabilidad política dentro y fuera de la administración, ante las renuncias solicitadas y exigidas a altos funcionarios de su equipo como fueron los casos ejemplares del secretario de seguridad pública y el procurador general de justicia del estado.
Bien se podría hacer un ejercicio de retrospección sobre lo sucedido durante el año de gobierno aguirrista, sin embargo sería injusto hacerlo sin tener presente la visión del mandatario para lograr hacer las comparaciones debidas y su forma de percibir la situación que se vive en Guerrero, sobre todo en los ámbitos social, político y de seguridad pública e impulso al empleo y la reactivación económica a través del sector turístico.
Si bien es cierto que la naturaleza también le ha jugado las contras al gobernador, la mala actuación de sus funcionarios ha dejado un mal sabor de boca entre la sociedad guerrerense quien no visualiza ninguna diferencia con el gobierno anterior al cual se le tildó de entreguista al gran capital, de someter a su arbitrio a los poderes legislativo y judicial y de manejar a su antojo el presupuesto y las partidas para los ayuntamientos, sin dejar de lado la confrontación sobre los malos manejos de los recursos públicos, las desviaciones, la falta de comprobación de gastos y los desequilibrios en los recursos destinados a los rubros de educación y salud, particularmente.
Ha pasado solo un año de este gobierno de cuatro años y meses y parecería que se ha hecho ya viejo.
La forma de gobernar de Aguirre nos remite a las viejas formas de actuar del priismo mas ramplón y de convertirse en una administración dadora en lugar de una administración que invite e incite a los ciudadanos a mejorar per se, ofertándoles los mecanismos e instrumentos para lograrlo.
Tendremos que esperar hasta después del primero de julio próximo para saber si el mandatario estatal nos va a informar sobre lo que hizo durante el año próximo pasado.
Y si se puede o permite hacer una sugerencia, sería idóneo que el mandatario aplazara hasta el 27 de octubre próximo para rendir su primer informe, pues como se sabe, la futura administración estatal iniciará labores el día en que se celebra la erección del estado de Guerrero.
Por lo pronto sería bueno recordar algunos aciertos y pifias de la administración aguirrista durante este primer año.
Con ello podremos constatar claramente los porqués algunos funcionarios del gabinete actual tuvieron que ser despedidos y otros renunciados y los porqué otros han sido cobijados por el mandatario estatal, aún y cuando, se ha comprobado que éstos han actuado fuera de las normas legales y éticas a la que todo servidor público debe someterse.
No dejemos que el pasado se nos olvide porque sería tanto como invitar a que los gobernantes de ahora vuelvan hacer lo que los ciudadanos no queremos, o sea, que actúen sin límite alguno, sin la observancia de la legalidad y sin el requisito de transparentar sus actividades, acciones y destino de los recursos que les han sido confiados para su administración a nombre de los más de tres millones y medio de guerrerenses que todavía esperan que esta administración estatal pueda rectificar su accionar ahora, antes de que sea demasiado tarde.
Periodista/Analista Político
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