Por Noé Mondragón Norato
Como diputado local fue un fiasco. Amago con que todo cambiaría en el 2018 con la llegada holgada de la mayoría legislativa morenista al Congreso local. Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros prometió reducirle el salario al gobernador priista encarnado en la figura de Héctor Astudillo. Para quedar bien con el presidente AMLO, promovió una rechifla tumultuaria contra él, durante un evento al que acudió el presidente en el municipio de Tlapa, el viernes 11 de enero de 2019. Astudillo escribió entonces en su cuenta de Twitter: “@SanAmilcar eres el promotor del odio y del rencor, trajiste confrontación a Guerrero, que lamentable. Nos equivocamos contigo”. Días después, el propio López Obrador reprobó esa actitud. “A mí me da pena, imagínense, voy con una autoridad, con un invitado, y lo maltratan, me molesta mucho eso”, dijo. Lo que siguió fue propio de un personaje sin formación política y demasiado obtuso en la forma de entenderla.
AMÍLCAR: TROPIEZO TRAS TROPIEZO. – Hay políticos que entienden y aprenden las lecciones dictadas por sus errores. Pero hay otros que no alcanzan a percibir la profundidad del bosque en el que se adentran. Ni rectifican el camino. Pablo Amílcar Sandoval es uno de ellos. Se lee así:
1.- Como diputado local de mayoría morenista en el Congreso local, nunca pudo bajarle el salario al gobernador Héctor Astudillo debido a la torpeza política mostrada en Tlapa. Ni siquiera figuró como tribuno competente ni de fina retórica. Y luego como delegado del gobierno federal se endosó escándalos como el ocurrido en el municipio de Ajuchitlán del Progreso. Allí, se otorgaron apoyos a los adultos mayores atribuyéndole a él la autoría, una medida que fue considerada electorera. Luego, utilizó el programa del fertilizante para su proyecto de poder, pues aspiraba a convertirse en candidato a gobernador en la elección de 2021. Y se promovió irregularmente en sendos espectaculares carreteros que endosó a una revista porteña, famosa por promocionar a personajes políticos, disfrazándolo de “trabajo periodístico” con entrevistas a modo. La desesperación y la ambición gobernaban los instintos políticos de Pablo Amílcar.
2.- Creyendo ser “el elegido” del señor presidente para el gobierno de Guerrero en 2021, este personaje acaparó reflectores mediáticos como en las mejores épocas del PRI que tanto criticaba. Pero en diciembre de 2020, cuando el dirigente nacional del Morena, Mario Delgado Carrillo estuvo a un paso de mediatizarlo como el candidato a gobernador, algo ocurrió. Otros hilos de poder se movieron. Y apareció Félix Salgado como el ungido. Desde luego, Pablo Amílcar hizo el berrinche de su vida. Desafió la decisión presidencial al impugnar el proceso de selección del candidato mediante encuesta.
Otro error político que sólo un escolar puede cometer. Tardó en rectificar. Lo hizo hasta fines de enero de 2021, cuando anunció que “ya no impugnaría la designación de Félix Salgado”.
Pero faltó a su palabra. Porque después trascendió en sendas notas informativas publicadas en marzo de ese mismo año, que soterradamente pactaba acuerdos con el feneciente gobernador priista Héctor Astudillo, el mismo personaje al que sus seguidores habían abucheado en Tlapa.
La idea consistía en apoyar al candidato del PRI, Mario Moreno Arcos.
Pese a esos presumibles acuerdos “en lo oscurito”, logró ser postulado por el Morena y ganar la elección de diputado federal en el distrito cuatro de Acapulco.
3.- Pablo Amílcar acaba de ser designado por el Trife, como el sexto diputado local plurinominal del Morena, tras haber impugnado la resolución del Tribunal Electoral del Estado (TEE) que la declaró improcedente. Llegará muy lastimado a la próxima legislatura local. Porque durante su primer periodo como legislador en 2018 fue más escandaloso que productivo. Y arrastra con un estigma adicional que lo pega contra el piso: como diputado federal no aprobó ninguna partida presupuestal para beneficiar a los damnificados por el huracán Otis del año pasado.
Ni pidió ir a urnas porque evaluaba que los votantes le cobrarían factura.
Se fue por la vía plurinominal, la más cómoda para los acomodaticios. Se entiende que operará ahora para enfrentar nuevamente al senador Toro en la elección de gobernador de 2027.
Plegándose al grupo nuñista en la legislatura que está por iniciar. Desde luego, la posibilidad de convertirse en aspirante a gobernador aparece muy lejana, casi invisible. Porque pudiendo crecer en su momento, no lo hizo. Tiró a la basura aquella coyuntura. Hoy y como las moléculas, se hizo pequeño.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El Trife también le tumbó la diputación local a Lloyd Walton Álvarez como la cuota del Migrante y se la otorgó a Guadalupe Eguiluz Bautista, notable cacique político de la región Tierra Caliente.
Con esa decisión de los tribunales, el grupo político de Marcelo Ebrard se debilita en Guerrero. Y aunque tiene como su cuota de poder más fuerte a la alcaldesa de Acapulco, Abelina López, al final de cuentas es un activo político con aspiraciones de poder al gobierno de la entidad para la elección de 2027 −como la tienen todos los que se dedican al negocio de la política−, pero frenada en seco por sus yerros continuos como autoridad municipal. Sobre todo, en materia de seguridad pública.
Las piezas sólo se están acomodando en el tablero del poder local.
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