Por Alfredo Guzmán
La política es así, decía un amigo periodista de Tixtla, quien terminaba sus comentarios con esa frase.
-¿Hasta dónde dura la lealtad? -Hasta que el hambre te aprieta, contesta otro desde la mesa contigua de cantina.
-¿Y es hambre real o desde siempre has buscado estar cercano al poder?, grita el mesero.
-¿Pero y las convicciones? -Esas duran poco. Cuando la promesa de que la primera Secretaría que se desocupe, es tuya, hace cambiar al más bragado, comenta el organillero.
-El tema no es moda. Los cambios, brincos chapulineros, maromas, machincuepas, dice otro desde la otra mesa, son cosa de la cotidianidad. Sobre todo cuando unos pierden y otros ganan.
-Y estar 4 días seguidos parado frente a la puerta de quien hace la promesa, lo vale, creo, contesta otro. Y aquí termina el diálogo coloquial en la “Cubeta” lugar de moda para relajar el espíritu, pre navideño.
Nunca supe de quien hablaban, pero intrigado pude recolectar datos, que fueron confirmados al leer hace una hora, la carta de renuncia.
Varios habitantes del fraccionamiento “María Bonita”, donde los políticos de nuevo cuño, tienen su residencia, se asombraron, cuando un ex funcionario priista se hizo presente y no se despegaba del lugar.
Al final no se sabe si la promesa hizo su efecto, pero la carta circula ya profusamente por todos los medios electrónicos, pues hoy ya no es necesario esperar hasta el otro día.
La gente se acomoda. Busca el poder como comida.
Busca resolver sus penas con dietas rigurosas, ritos, yoga, alcohol, con promesas o con ilusiones.
La política es así.
Y para evitar caer en la tentación, mejor voy a mi grupo de autoayuda, para gritar y a que me griten.
Enhorabuena.
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