*Con 37 años de expendedor, “la momia” sigue enamorado de la vida, de su trabajo, del amor. “tiempos aquellos, hoy no se gana nada”. Lo invade la nostalgia.
Por Pedro Arzeta García
La tristeza de Antonio Navarro Francisco se refleja en su rostro, sus ojeras son muestra de la batalla, pero él se mantiene firme como desde hace 37 años que se decidió vender periódicos ahí, frente a uno de los lugares más emblemáticos de Chilpancingo. “Los Portales”.
Cuenta la historia que a sus 21 años de edad, Toño Navarro, comenzó con este oficio obligado por las circunstancias, necesitaba solventar sus gastos y apoyar a su mamá Guadalupe Francisco, (quien en su historia es reconocida por los famosos “Tacos de Francisco” vende en su casa y en el mercado del mismo nombre en donde noche tras noche se pueden degustar).
Lo invade la nostalgia cuando dice que antes vendía muchos periódicos y eso le permitía una vida más holgada, salían diariamente Expresión Popular, Diario del Centro, El Reportero, Pueblo, La Tarde, Sol de Chilpancingo, La Realidad, Ecos de Guerrero, el Sol de Acapulco, Diario 17, Novedades Acapulco y algunos semanarios…todos, todos estos ya dejaron de publicar sus ediciones.
Los que todavía se publican son Vértice, Diario de Guerrero, El Sur. Son pocos en la actualidad, hoy no tiene ganancias, lo que invierte lo reinvierte, algunos diarios que todavía se publican con un menor tiraje ya solo son de interés para las personas mayores de edad, a ellas les encanta comprarlos a pesar de que existen las redes sociales.
Ataviado con una playera verde, que le queda ajustada por lo abultado de su abdomen, Antonio Navarro que por más de 15 años estuvo casado con doña Ernestina Aparicio, recuerda que antes, el negocio de la venta de periódicos era redituable, algunos directores como Alfonso Castorena de Vértice a los voceadores les permitían una caja de ahorro por la venta del diario y cada fin de año se las entregaban.
Desde hace 37 años se acostumbró a levantarse a las cinco de la mañana, llegaba a las oficinas de los periódicos, compraba, doblaba y corría para irlos a vender, esa era la adrenalina, ganar el mercado de la venta. Aunque Cristián Cuchillo diga “una cosa es ser expendedor y otra cosa es ser voceador” …pero eso, es otra historia.
Antonio Navarro recuerda que las ganancias eral tal que le permitía viajar, en diciembre vacacionaba 15 días estaba unos días en la Ciudad de México, luego Cancún, Guanajuato y Monterrey N.L.
Las manos de Antonio Navarro lucen ásperas, por más que se unte crema nívea no se le quita, son las huellas de la batalla. 37 años vendiendo periódicos. Antes, esos brazos trabajadores lucían anillos y pulseras de oro de 14 quilates. De su cuello hosco pendía una cadena de oro florentino también de 14 quilates con diamantes. Hoy están en la casa de empeño.
Las cosas son diferentes en la actualidad, las ventas han bajado en un 90 por ciento. Ya no es lo mismo dice el buen Toño Navarro, con tristeza inclina la cabeza y expresas “Que tiempos aquellos”.
El puesto improvisado que pone en la mañana y quita en la tarde sigue igual desde hace 37 años a pesar de que ya se lo andan invadiendo. El puesto no deja de ser una tabla y dos ángulos de herrería que la sostienen, ambas herramientas al final las deja encadenadas cerca de la Iglesia de la Asunción para que no se las roben, no pierde sus llaves, no pierde su humor, su sueño, su esperanza de volver a tener el amor y el dinero que un día lo hicieron feliz.
Con el permiso del Ayuntamiento capitalino, Antonio Navarro se instaló en un pequeño lugar de la Plaza Primer Congreso de Anáhuac y comenzó su travesía con la venta de los diarios de Chilpancingo. Una tabla bastó para escribir esta historia.
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