Por Noé Mondragón Norato Foto: https://www.infobae.com
En el juego del poder y en las guerras, no gana necesariamente quien tiene más adeptos ni el masivo número de elementos de tropa, sino el que comete menos errores. En el Morena se han encargado de acumularlos. Y lo siguen haciendo. Para el cierre de campañas electorales muchas sorpresas podrían ocurrir. Hay que ubicar los más visibles.
ERROR TRAS ERROR. – Un día antes de que se conociera la decisión de Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que decidió cancelarle el registro como candidato a gobernador por el Morena a Félix Salgado, apareció una encuesta que lo ubicaba con 53 puntos por encima de su más cercano adversario Mario Moreno, quien alcanzaba 28 puntos. El 6 de abril, el periódico El Financiero manejó otra, en la que daba 45 puntos a Félix, contra 30 de Mario Moreno.
Sin hacer campaña y con escenarios adversos, con la presión de sus amenazas contra los consejeros del INE, con una negativa en contra por parte de la opinión pública, Félix subió ocho puntos. Lo cual resulta atípico y no existe otra explicación: la encuesta de esta semana fue groseramente manoseada. Con el fin de vender la «fortaleza» electoral del Morena. Dar un ganador por anticipado en el subconsciente del electorado. Y hay desgastes que las encuestas no perciben. Se leen así:
1.- Desde que comenzó el proceso electoral de gobernador el año pasado, el golpeteo político al interior del Morena, fue elocuente: Pablo Amílcar Sandoval metiéndole zancadillas a Félix Salgado y a la alcaldesa de Acapulco, Adela Román. Luis Walton cabildeando en el centro para quedarse como candidato. Toda una pugna interna que, quiérase o no, mermó no solo la credibilidad en el Morena, sino que ahondó la certeza en el sentido de que, en realidad, nada cambiaría de fondo con una eventual alternancia en el gobierno estatal.
2.- Cuando en noviembre pasado se develó la carpeta de investigación por abuso sexual contra Félix Salgado, el presidente López Obrador, lejos de exigirle al gobernador Héctor Astudillo, la rapidez en la aclaración de ese delito que involucraba al Toro Caído, protegió a este último desde sus mañaneras. Y el mandatario estatal guardó silencio. Ese hecho no podía traducirse en puntos a favor de Félix en las encuestas, sino todo lo contrario. Pero dichas mediciones estadísticas se tasan en miles de pesos. Son ellas las que deciden hoy en día, no solo la selección autoritaria e impositiva de los distintos aspirantes a cargos de elección popular, sino que dictan desde cifras alteradas, quién de los candidatos va a ganar.
3.- Cuando la dirigencia nacional del Morena proclamó como ganador de la encuesta interna a Félix Salgado, Mario Delgado Carrillo, nunca enseñó públicamente los resultados de la misma, lo cual irritó a los demás participantes. Y cuando desde el propio Morena se mandató a realizar otra encuesta por los señalamientos de grupos feministas contra Félix, el presidente AMLO bajó de la segunda medición a Pablo Amílcar Sandoval. Y los demás aspirantes no se enteraron si habían sido incluidos. Desde luego, Félix apareció como «el ganador» de la misma.
4.- Los gastos de precampaña que no fueron notificados ante el INE y que al final, lo dejaron fuera de la competencia electoral, el propio Félix lo atribuyó a la omisión de la dirigencia de su propio partido. Se entiende que fue Mario Delgado, quien les hizo esta recomendación a los aspirantes a gobernador. Y se desató un escándalo más dañino que benéfico. Propaganda mala. 5.- Finalmente, si el Morena decide nombrar como candidata a gobernadora a la hija de Félix Salgado, se percibirá como si el Toro Caído fuera el dueño de la candidatura a gobernador. Como un monarca sin corona que decide por derechos de sangre, que sea su hija quien lo supla. Un retroceso al pasado. Un verdadero atentado —este sí— contra la democracia. En Michoacán, Raúl Morón renunció a que fuera su hijo quien lo sustituyera. ¿Por qué en Guerrero no? Con o sin Félix como candidato, el Morena mantiene su ventaja. Aplicar una buena inteligencia es la clave de la victoria.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El debate entre los aspirantes a gobernador —sin el candidato del Morena— fue una pasarela hasta cierto punto, cómica. Una catarsis colectiva de actores altamente simuladores y sin verdadera vocación de servicio. Un desfile político en el que cundieron fórmulas «sacadas de la manga» y hasta hoy, inaplicadas, para resolver los problemas de la entidad. Una diarrea verbal que agotó muy pronto, la paciencia de los espectadores. Los grandes ganadores fueron sin duda tres: el ridículo, la impostura y la demagogia.
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