Por Miguel Ángel Arrieta Fotos: https://www.facebook.com/miguelangel.arrietamartinez
A casi dos años de haber llegado a la presidencia municipal de Azoyú por segunda ocasión, José Efrén López Cortés, Chegüeño, es seguido en el mapa de la seguridad nacional como referente de los ayuntamientos sustraídos del dominio de los grupos paramilitares comunitarios y el control de cárteles delictivos que operan el corredor de la Montaña baja hacia la costa del Pacífico en el litoral guerrerense.
Sin un liderazgo regional, sin recursos financieros para mantener una estrategia de seguridad de primer nivel, lejano de las líneas federales de seguimiento a la inseguridad nacional, Chegüeño, como lo llaman sus paisanos, representa para los mandos de la Guardia Nacional y la SEDENA un caso para observar desde el momento en que tomó decisiones que colocaron a Azoyú entre los municipios con menor incidencia delictiva en Guerrero, aún contra el autoritarismo político impuesto desde hace cuatro décadas en esa zona de la Costa Chica por la familia Justo, encabezada por don Luis Justo Herrera.
En realidad, el problema de José Efrén López no fue desafiar el cacicazgo de los Justo, sino evitar la contaminación de la estructura administrativa que gobernaría con él en este segundo periodo como alcalde.
Durante su primer trienio como presidente municipal, Chegüeño asimiló que los municipios localizados entre la Montaña y el Pacífico de la Costa Chica, -Igualapa, San Luis Acatlán, Azoyú, Ometepec, Florencio Villareal, Copala y Cuajinicuilapa- son plazas codiciadas por los grupos delictivos ante la multiplicidad de rutas y refugios para el trasiego de enervantes.
De hecho, en lugar de desgastarse en gestiones ante instancias federales y estatales que le proveyeran mayor armamento y más elementos policiales, lo que el alcalde azoyuteco evitó fue todo tipo de articulación entre su administración y los jefes de plaza de la delincuencia. No esperó a que autoridades de otros niveles intervinieran en algo que es responsabilidad de los azoyutecos.
Después de todo, el reflejo de la estrategia del mando único promovido desde el gobierno federal, alcanzaría a los ayuntamientos pero no en forma inmediata, ya que el mapa de detección delincuencial diseñado desde la secretaría de Seguridad Pública nacional que encabeza Alfonso Durazo requiere de un procedimiento de lenta articulación para obtener resultados.
Pero la severa crisis de seguridad por ejecuciones y balaceras con la que los ayuntamientos guerrerenses iniciaron en septiembre del 2018, planteó la urgencia de encontrar mecanismos locales que desactivaran el problema de la inseguridad desbordada
Lo peor, para los ayuntamientos que optaron por fortalecer su seguridad pública a través de la coordinación con el estado y la federación, fue no entender que el buen resultado del mando único no radicaría en la decisión de capacitar a policías y uniformar estrategias entre los tres niveles de gobierno, sino en la voluntad de los ayuntamientos para desarticular relaciones entre los mandos policiales locales con jefes de grupos delincuenciales.
Los resultados registrados en Azoyú en materia de seguridad pública y mayor rendimiento del gasto municipal en el bienio 2018-2020, plantean también el análisis para deducir que tan efectiva resulta la fórmula de reelección de los alcaldes en Guerrero.
Aunque en política nunca hay repeticiones gratuitas, la posibilidad de ampliar el periodo de gobierno de un presidente municipal significa capitalizar experiencia administrativa y rectificación de tropiezos políticos; tres años de vigencia son insuficientes para estructurar un circuito funcional particularmente cuando los ayuntamientos operan con déficits presupuestales y sobre endeudamiento heredado por anteriores administraciones.
Lo grave es que en Guerrero hay más de una docena de alcaldes señalados de haber sido impuestos en el poder por el control de la delincuencia organizada. En la región de Tierra Caliente se tienen documentadas al menos seis denuncias sobre amenazas directas contra la integridad de políticos que buscaban ser presidentes municipales y fueron advertidos de abandonar esa pretensión, pues la decisión del Pez, Johnny Hurtado Olascoaga, líder de la Familia Michoacana, favorecía a quienes ahora son alcaldes.
Por lo pronto, en el caso de Azoyú, Chegüeño ha generado la percepción de no ir por un tercer periodo en la alcaldía, por lo que cuadros directivos de su partido, Morena, le proponen abanderar la candidatura por la diputación federal por el VIII distrito electoral.
De ser así, los Justo recobrarían el poder en Azoyú, pero el municipio se localizaría en la misma ruta de observación para determinar que tanto influye el relevo municipal en el comportamiento de los índices criminales.
En todo caso, la variante radicaría en qué tan efectivos siguen siendo los cacicazgos.
Hay 362 invitados y ningún miembro en línea