Por Ángel Aguirre Rivero Foto: https://www.facebook.com/AngelAguirreRiveroOficial/
Cuando aún no se vislumbra el fin de la emergencia ocasionada por el virus Covid-19, es oportuno reflexionar si hemos aprendido desde el gobierno y la sociedad, las lecciones que trajo consigo la epidemia.
El costo de la epidemia suma ya más de 60 mil muertos y la cifra podría llegar a 120 mil, un saldo inaceptable por donde quiera que se le quiera ver.
Los gobiernos estatal y federal hicieron una conversión exitosa de camas Covid, lo cual permitió atender los casos que se presentaron y el sistema de salud no fue rebasado en su capacidad de respuesta.
Pero como dijo el secretario de Salud Carlos de la Peña: no se necesitan más camas COVID-19, sino menos casos y que la población acate las medidas sanitarias.
Esto ha llevado al paulatino cambio de color del semáforo epidemiológico al nivel amarillo.
Ampliar las actividades económicas es alentador, pero conlleva retos y riesgos, como lo ha reconocido el gobernador Héctor Astudillo: “la epidemia sigue”.
De acuerdo con expertos de la Universidad de Minnesota la pandemia de COVID-19 podría durar dos años, por lo que debemos estar preparados para hacer frente a los retos que vienen: ajustes a la baja en el presupuesto; reorientar recursos para fortalecer el sistema de salud; en el tema educativo es vital diseñar una política pública estatal para alinearse con el proyecto Internet para Todos que debió iniciar este año en Guerrero, acortar la brecha digital tendría que ser una prioridad no sólo por el reto educativo, pero ahora lo es por esa simple razón.
La recuperación económica será lenta y complicada, sobre todo cuando el propio secretario Arturo Herrera reconoce que será la peor crisis desde 1932. Lo declarado por el titular de Hacienda me parece de la mayor trascendencia al señalar que no habrá "guardaditos".
Como se lee, es que ya no habrá dinero del Fondo de Estabilización, dinero acumulado por las anteriores administraciones, es un seguro que se adquiere para los fluctuaciones del precio del petróleo.
En este fondo hubo 300 mil millones de pesos, de los cuales ya echaron mano en dos años, aunado a la reducción y desaparición de varias oficinas de gobierno.
Si a eso agregamos la estrepitosa caída del empleo y por ende del Producto Interno Bruto, el panorama es desolador. Los programas sociales penden de alfileres.
Ante lo severo de la crisis económica, los gobiernos federal, estatal y municipal tendrán que concluir las obras en proceso y no iniciar nuevas.
Pero sobre todo, diseñar un programa alimentario que garantice a la gente tener qué comer, de otro modo los robos, asaltos a centros comerciales, secuestros y otras actividades ilícitas irán a la alta y nadie podrá detenerlas.
Parafraseando al presidente Adolfo Ruiz Cortinez: --Yo prefiero no hacer obras, pero que la gente tenga qué comer.
Ojalá que hayamos aprendido de esta difícil experiencia. Al mal tiempo demos buena cara. Acatemos las reglas sanitarias de la nueva normalidad para protegernos y proteger a quienes nos rodean.
La Política es Así
https://suracapulco.mx/impreso/9/garantizar-la-alimentacion/
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