Por Ángel Aguirre Rivero Foto: Facebook Ángel Aguirre Rivero
La llegada por segunda vez a la dirigencia nacional del PRD del sonorense Jesús Zambrano Grijalva, significa un gran retroceso para la izquierda mexicana.
Preveo que en varios grupos políticos al interior del Sol Azteca, a la sorpresa seguirá un sentimiento de insatisfacción y hasta rechazo ante una decisión tomada desde las cúpulas, y con ello se corren riesgos innecesarios.
A los políticos se nos recuerda por nuestras buenas y malas decisiones, por nuestras gestiones y obras, pero también por la suma hechos buenos y malos que nos rodean, y es el caso del célebre ex guerrillero conocido como “El Tragabalas”, por una herida al recibir un diparo en la cara que le destrozó la mandíbula, durante su paso por la insurgencia en los años setentas.
Con Jesús Zambrano es inevitables remitirse a episodios que dañaron la imagen del partido, hechos de todos conocidos a nivel nacional como las reformas estructurales que impulsó Peña Nieto a través del Pacto Por México, y en Guerrero, el cobijo que dieron al candidato a la alcaldía de Iguala, que a la postre propició la debacle en la elección de 2015.
No es fácil comprender por qué, ante la crisis que enfrenta el PRD producto de errores acumulados en más de 30 años, se haya optado por mirar y retomar este pasado, deshechando la oportunidad de un relevo generacional a través de cuadros con perfil y capacidad para llevar al Partido del Sol Azteca hacia una urgente recomposición.
El primer intento que hizo el grupo de “Los Chuchos” por apoderarse del PRD a través de Futuro 21 no tuvo éxito, así quedó fuera de la izquierda un personaje impresentable para los guerrerenses como Gabriel Qadri. Esta agrupación se erigió en una oposición crítica al gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Con la dirigencia en las manos de “Los Chuchos”, es de esperar que se agudice aún más el desencuentro con el Presidente. Recordemos que su salida del PRD tuvo mucho que ver con la disputa que sostuvo con el grupo político del cual forma parte Zambrano Grijalva.
Es natural que siendo un partido opositor al grupo gobernante existan diferencias, pero también se deben reconocer coincidencias para no caer en el error de polarizar y seguir dividiendo al país.
¿Podrá Jesús Zambrano hacer a un lado el histórico conflicto de los liderazgos de Nueva Izquierda para conducir con mesura al partido?, no lo creo.
Aún vive en mi memoria mi designación por la coalición de izquierdas para ser gobernador de mi estado por segunda ocasión.
Jesús Ortega Martínez, quien dirigía al partido en ese momento me comunicó la designación de Jesús Zambrano como coordinador de mi campaña política.
Debe reconocer que durante este proceso hubo la debida coordinación y solidaridad de Zambrano para que alcanzaramos un triunfo holgado, a pesar de los pronósticos adversos de algunas encuestadoras que daban por hecho que tendríamos una derrota abrumadora.
Mi acercamiento por primera vez a las izquierdas se dio por conducto de Marcelo Ebrad en ese entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, de quien siempre recibí su solidaridad y amistad plena; hoy el destino político nos ha alejado pero nunca dejaré de reconocer su participación entusiasta en este proceso.
Cuando Marcelo decidió buscar la dirigencia nacional de este partido tuve las primeras diferencias con “Los Chuchos", quienes se opusieron al arribo de una figura con la capacidad y compromiso de hacer los cambios que ese partido requería en ese tiempo.
Su ambición por mantener el poder al interior del PRD los llevó a designar al peor dirigente nacional que yo tenga memoria: Carlos Navarrete.
Los desencuentros fueron creciendo hasta el día que presenté mi solicitud de licencia ante los lamentables acontecimientos de Iguala.
También tengo muy presente la ausencia de solidaridad de este partido al convertirse en verdugos de mi salida, principalmente Carlos Navarrete, quien ofrecía mi cabeza para según él, poder salvarse de la tormenta.
Alguna vez el entonces senador Sofío Ramírez Hernández invitó a Navarrete a que reflexionara sobre mi salida del gobierno, su respuesta fue autoritaria y contundente: --Aguirre se va, se tiene que ir por el bien del partido… Fue la respuesta que recibió el entonces senador perredista.
Previo a este desencuentro, Navarrete se presentó a Acapulco para compartirme algunas encuestas sobre mi posible salida del gobierno y en donde los guerrerenses se pronunciaban abrumadoramente a favor de que yo me quedara.
Sin embargo estoy convencido que la instrucción que habían recibido “Los Chuchos” por parte del gobierno federal era clara y precisa: --Aguirre se debe de ir.
Recuerdo en casa del propio Navarrete y después de haber decidido entre ellos que fuera en mi lugar el señor Rogelio Ortega Martínez cruzaron algunas llamadas donde pude advertir el regocijo porque yo me fuera.
El día que hice pública mi salida, un leal colaborador (quien le manejó el auto a Zambrano de Chilpancingo a la Ciudad de México), me compartió que tan pronto tomaban la Autopista del sol, se detuvo para que su pasajero comprara una botella de licor; y escuchó cómo Zambrano compartía con entusiasmo el hecho de que yo hubiese dejado la gubernatura.
Hoy las recientes investigaciones han confirmado que mi gobierno fue la única instancia que colaboró decididamente para investigar y castigar a los responsables de estos lamentables acontecimientos.
Es evidente que fueron ellos (“Los Chuchos”) quienes propiciaron la salida de un baluarte de nuestra democracia como el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Marcelo Ebrad; Alejandro Encinas y el propio Andrés Manuel López Obrador.
Mucho me temo que con la llegada de Jesús Zambrano, se esfume cualquier posibilidad de reconciliación entre las izquierdas mexicanas y esperar a cambio, cualquier cosa como en el pasado reciente, cuando se les ocurrió apoyar a Ricardo Anaya.
Cuando al PRD le urgía mandar un mensaje de renovación, se fueron por las mismas prácticas para repartirse entre ellos las pocas plurinominales que se alcancen, si es que se alcanzan, pues el riesgo de perder el registro es altamente probable.
No milito en el PRD, pero en los últimos años he simpatizado con este partido en mi estado como una muestra de gratitud y lealtad de haberme dado la oportunidad de ganar la gubernatura por la vía electoral
Se puede anticipar que en las semanas siguientes, vendrán otras defecciones, y a Zambrano será a quien le toque cerrar la puerta.
Por mi parte seguiré aportandole al PRD en mi estado; tomaremos nuestras propias decisiones para construir una posible alianza con otros partidos o contender solos si así nos lo exige nuestra dignidad politica.
Estoy convencido que Guerrero será una vez más, el epicentro de los grandes movimientos que hoy nuestro país reclama.
La política es así…
https://suracapulco.mx/impreso/9/otra-vez-los-chuchos/
Hay 409 invitados y ningún miembro en línea