Por Jorge Romero Rendón
Para algunos, el nombramiento del diputado local, Alberto Catalán Bastida como dirigente estatal del PRD, que coincidió con el de Sofío Ramírez Hernández como dirigente municipal provisional del PRI en Acapulco, es un doble triunfo político del exgobernador Ángel Aguirre Rivero, que presuntamente refleja que su peso político en el estado es aún de importancia en la vida pública de Guerrero.
El problema del PRD es que carece del liderazgo real de una figura fuerte, capaz de poner orden y establecer acuerdos que se respeten y que sean asumidos por todas las partes en conflicto, en este caso por el control del partido y el reparto de candidaturas.
En ese sentido, la figura de Aguirre sigue siendo respetada y su voz sigue siendo de mando entre los perredistas, como cuando era gobernador, aún cuando renunció a la militancia en el PRD poco después de haber pedido licencia al cargo debido a los coletazos del caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala en 2014.
Pero visto más de cerca, el nombramiento de Alberto Catalán era necesario, ante el riesgo de que el PRD quedara en manos del exalcalde de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, quien polariza a los perredistas tanto por su ambición de ser candidato a gobernador por ese partido –o candidato a lo que sea, porque lo que le urge es tener Fuero-, como por las denuncias de corrupción que lo señalan como autor de múltiples fraudes y peculado por más de mil millones de pesos del erario municipal.
Las mal escondidas ansias y la mala fama de Evodio son veneno puro para un PRD que aspira a recuperar votos y posiciones en las elecciones del 2021, justo cuando en el país la principal política del presidente AMLO es la lucha contra la corrupción, por lo que el más mínimo señalamiento serio de parte del gobierno federal, eliminaría del panorama electoral no sólo a Evodio sino al PRD.
De ahí que el joven Catalán representa un mejor perfil para dirigir al perredismo, tanto por su solvencia política como diputado y presidente de la Mesa Directiva, como por el hecho inocultable de que es el principal aspirante natural a la presidencia municipal de Chilpancingo…
Sofío no representa nada y es repudiado por priistas…
Mientras que el tema de Sofío es otra cosa, pues llega al PRI de Acapulco en pleno proceso de depuración y reconstrucción de ese partido, a un municipio en el que sí existen figuras relevantes, con mucho trabajo político y social como para coordinar a las bases militantes y preparar el proceso electoral del 2021.
Sofío no representa nada en el PRI, sobre todo luego de una década de medrar en el PRD a la sombra de Aguirre, quien le facilitó el acceso a diversos cargos, como el de Senador, distinguiéndose por ser el más faltista y uno de los pocos legisladores que NUNCA presentaron una sola iniciativa. Es decir, que en Guerrero nadie le debe nada, porque no legisló ni gestionó NADA.
De ahí que el nombramiento de Sofío huele mal, es casi un favor personal para Aguirre en el que se aprovechó la circunstancia de que el comité municipal priista de Acapulco quedó acéfalo luego de un fallido proceso de elección de dirigentes. Y aunque supuestamente se trata de un cargo provisional, crea descontento y división en las filas tricolores, justo cuando lo que se buscaba era la unidad interna y esta se alimentaba de un discurso de democracia de las bases.
Aguirre pidió una chamba para Sofío, a cuenta de su oferta de tejer una alianza electoral entre el PRI y el PRD para la gubernatura del estado, pero es evidente que Sofío Ramírez trabajará solo para Aguirre y no para el PRI ni para los candidatos priistas, sobre todo porque corre cada vez más fuerte la versión de que su misión es abrirle camino a Aguirre como posible candidato PRI-PRD a alcalde o a diputado federal por Acapulco.
Lo malo es que los priistas de Acapulco ven con malos ojos a un Sofío al que no bajan de traidor, chaquetero y oportunista, lo que podría ocasionar una grave división entre los militantes que sí han trabajado por décadas para su partido contra sus dirigentes, por haberle abierto las puertas a un personaje al que repudian.
Eso, además de la sospecha de que, al igual que en el 2018, Aguirre y su gente den el chaquetazo otra vez para declararse a favor de Morena.
A los priistas de Acapulco no los hace felices la posibilidad de tener que trabajar ahora para el perredista-morenista Aguirre a través de Sofío sin ningún provecho, y abandonar a aspirantes serios con trabajo muy intenso, como el de Ricardo Taja, que durante la pandemia se ha multiplicado aportando apoyos para cientos de familias en situación vulnerable por la pandemia de Covid-19. Pandemia durante la que nadie ha visto a Aguirre ni a Sofío ayudando a la población…
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