Por Noé Mondragón Norato Foto: https://www.facebook.com/photo
En realidad, y si se mira bien, tanto el diputado local perredista Celestino Cesáreo Guzmán como los hermanos Carlos y Crescencio Reyes Torres, tienen mucho que ganar con la adhesión que operaron a favor de la tribu Izquierda Progresista Guerrerense (IPG) del ex gobernador Ángel Aguirre Rivero. Sobre todo, porque la operación política de este último podría ponerlos a resguardo político, aunque no de una elección abierta. Y porque, además, ninguno de ellos podría generar acercamientos concretos con las cúpulas priistas ante el escenario de una eventual alianza PRI-PRD para la disputa por el gobierno estatal en la cercana elección de 2021. Basta con asomarse a la coyuntura.
COLGARSE DE LA ÚLTIMA CUERDA. – El oportunismo en las relaciones de poder, explica en gran medida, sobrevivencias y permanencias. Y a eso apelan Carlos y Celestino en el PRD. Se lee así:
1.- Los pocos perredistas que se quedaron con el cascajo de ese partido —desde Evodio Velázquez, el también diputado local Bernardo Ortega Jiménez, así como Crescencio y Celestino—, debieron evaluar con frialdad la situación: si no le entregaban el PRD estatal a Ángel Aguirre, el naufragio de dicho partido en la elección de gobernador sería de mero trámite. A eso se sumaba otro escenario perturbador: sin una alianza partidista fuerte ―en este caso con el PRI― dicho partido rondaría, en un escenario de desastre, su eventual perdida del registro. Porque ninguno de esos rostros perredistas garantiza resultados electorales optimistas. Su devaluación es tan aguda y han repetido durante prolongados periodos en la rueda del poder, que provocaron hartazgo en los electores. Pero ninguno de ellos se quiere jubilar. Intentan explotar los presupuestos públicos al límite del paroxismo.
2.- Después de concluir como diputado local el ex dirigente del PRD, Celestino Cesáreo ya no tiene donde caer parado. Su tribu, Alternativa Democrática Guerrerense (ADG), está condenada —como en su momento le ocurrió al Grupo Guerrero (GG) de David Jiménez Rumbo―, a la extinción. Y Carlos Reyes Torres —rodeado siempre de los escándalos y la polémica—, se desesperó de estar sentado tras concluir como diputado local en 2018, acostumbrado como estaba a percibir un ostentoso salario por ir a ‘calentar’ la curul. Y por eso fincó su apuesta a niveles realmente desproporcionados para un personaje como él: se ‘destapó’ como aspirante a gobernador en junio de 2019. Para concitar el interés de las demás tribus, ser visto desde los otros partidos políticos y encarecer la negociación por anticipado.
3.- Lo que viene no necesita de muchos rodeos: Aguirre Rivero definirá los acuerdos con el PRI para rescatar de su virtual ostracismo político, tanto a Carlos Reyes como a Celestino Cesáreo, a quien ya se le está acabando la diputación local. Y lo mismo ocurre con Bernardo Ortega. Con Evodio Velázquez, la negociación es diferente porque de todos los perredistas es quien más se ha movilizado y ha invertido en la promoción de su imagen. Significa que la tajada del pastel es mayor. El único problema de la eventual alianza PRI-PRD, es que llevará pegadas muchas rémoras políticas que han demostrado reiteradamente, su desmedida ambición por enriquecerse con los presupuestos públicos. Ese simple hecho bastaría para que el ciudadano no los avale. Y de convertirse en candidatos para otro cargo de elección popular, no voten por ellos.
4.- Para convertirse en formula competitiva y hasta ganadora, esa alianza deberá llevar a la competencia electoral cuadros electorales frescos que despierten el interés del votante. Y que puedan competir en la propaganda y en el discurso, con los aspirantes del Morena, muchos de los cuales ya exhibieron como representantes populares, sus puntos vulnerables. Los cuales van a ser cobrados por un elector receptivo y cada vez más informado a través de las redes sociales. Mandar a la competencia electoral a los mismos de siempre, significaría poner en charola de plata, el triunfo al Morena. Y ese es justamente, el dilema en el PRD. Porque viejos en el oficio de la transa y la simulación, nadie de ellos quiere perder.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El presidente AMLO autorizó la exhibición de los videos de millonarios sobornos a prominentes priistas y panistas, recogidos de ‘los secretos’ del ex director de Pemex, Emilio Lozoya. Aparecieron el morbo y la frivolidad. La venganza ciudadana dada a través de esas exhibiciones. Pero lo que se necesita realmente, es que el presidente actúe. Y les decomise dinero y propiedades —como hace la FGR con los capos del narcotráfico— a todos ellos. De nada sirve balconearlos, si todo se queda ahí. ¿O es que acaso teme AMLO ser medido con ese mismo rasero para cuando concluya su periodo presidencial?
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