Miguel Ángel Arrieta
Aunque la versión circuló con cierta dosis de perversidad, la información no fue derivada solo de la rumorología; la filtración en el sentido de que Luis Walton sustituiría a Pablo Amilcar Sandoval como delegado del gobierno federal en Guerrero, sí se mencionó como una alternativa para desactivar la crisis del fertilizante que salpicó al primer círculo lopezobradorista.
El nombre del exalcalde de Acapulco, surgió en una de las reuniones celebradas en el cuarto de crisis de la Secretaría de Gobernación, luego de analizarse el brete en el que la incapacidad política de Pablo Amilcar metió al gobierno federal y a Morena.
La mención no fue más que una posibilidad extrema de una lluvia de sugerencias para desmanchar el proyecto morenista en Guerrero. Lo que nadie previó fue que trascendiera fuera del Palacio de Cobian.
En realidad el debate que generó esa filtración no guarda alcances más allá de especulaciones seculares, pero sí revela un significado político tangible: la relación de Luis Walton con el grupo de poder lopezobradorista, es cierta y cercana.
Después de todo la amistad de Walton con Andrés Manuel López Obrador no es nueva ni oculta y si a ello se agrega que Ricardo Mejía Berdeja, primer cuadro político waltonista, ya es subsecretario de Seguridad Pública Federal, hay suficientes indicios para definir el tamaño de la relación AMLO-LW.
Quienes perciben y procesan información relativa a los reacomodos partidistas rumbo a la sucesión del 2021, no han pasado por alto estos hechos: las recientes publicaciones en redes sociales para empañar la propuesta del presidente estatal de Movimiento Ciudadano, no son casuales y mucho menos gratuitas.
De hecho, apenas es el comienzo de lo que tradicionalmente ocurre contra los personajes que ocupan la posición de punteros en tiempos preelectorales.
Y todo se desprende del crecimiento de la convocatoria planteada por Walton para unificar a las izquierdas disgregadas y sumar a movimientos identificados como alas de derecha en Guerrero.
Cuando el exgobernador René Juárez Cisneros declaró en junio del 2016, que el 2018 ya había comenzado, el mensaje específico fue que las rutas hacia el poder no se construyen en tres meses de campaña, sino que su edificación de cimenta con años de anticipación. Ahí radica el marcaje puntual ejercido por personajes de diversos partidos sobre Luis Walton.
Por lo pronto, la crisis del fertilizante desaceleró a los precandidatos morenistas y exhibió las debilidades de un grupo político que hace un año parecía inalcanzable.
La rebelión del campesinado morenista contra el gobierno federal que entronó con su voto, es un referente real de que las circunstancias rebasan a la ideología cuando se trata de salvaguardar los intereses primarios de una sociedad: economía, empleo y seguridad.
Aún queda un sinuoso tramo de aquí al 2021, pero la guerra contra el puntero ya inició.
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