Desde el sexenio de Vicente Fox los poderes de un gobierno local se relajaron y entraron en descomposición. Sin brújula ni timón los gobernadores se ensañaron con sus excesos: Marín en Puebla, Ulises en Oaxaca, Zeferino en Guerrero, en Veracruz Fidel. El naufragio de la ley y de la razón.
Moreira dedicó sus afanes al Síndrome de Santa Anna: arrendar su Estado en forma vitalicia, como una variante que además le dejaría enormes dividendos a su peculio personal.
No se trata de una causa penal, sino de un abismo profundo e inmoral, en el que están dispuestos a resbalar una gran mayoría de políticos nacionales que, como Moreira, son guiados por el ahínco de enriquecerse a costa del sudor de los mexicanos.
Juan López García
Acapulco, Gro.
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